miércoles, 11 de noviembre de 2015

Nuestra sociedad: generadora de antiempáticos

             Llevo cierto tiempo haciendo campaña por la Empatía, sentimiento que creo es fundamental no sólo para el desarrollo del ser humano en particular, sino también para un justo establecimiento de relaciones entre las personas que forman una sociedad. Si todos los habitantes de un país o ciudad tuviesen la Empatía como valor principal, no existirían ni los crímenes, ni la corrupción ni nada que se le parezca. Sé que esto es utópico, pero al menos deberíamos hacer algo para ir por ese camino, y no todo lo contrario, como hace esta sociedad.
            Este planteamiento me nace de un suceso que me ha ocurrido en particular a mí, y también a mi esposa, y es en referencia a un golpecito que tuvo ella con el coche. Estaba aparcando cuando tuvo un roce con el coche que tenía justo delante. Fue un roce casi sin importancia, sobre todo en un coche que ya tenía golpes por todos lados, más cuando fue contra el paragolpes. Mi esposa, a diferencia de lo que hacen el resto de los conductores españoles, dejó una nota en el parabrisas del coche afectado. Los propietarios del mismo, una vez que vieron la nota, se pusieron en contacto con ella para pasar al seguro los daños. Hasta ahí todo bien, incluso lógico. Nuestra sorpresa fue que dos meses antes de tener que renovar el seguro, en Génesis Auto, éste nos informa de su deseo de no renovación. No nos explican el porqué, aunque resulta evidente. Lo sorprendente del asunto es que hemos estado con ellos tres años en los que no hemos tenido parte alguno y, ahora, por ese leve roce, nos echan a patadas, cual apestados. Lo de apestados es cierto, porque he estado buscando una nueva compañía que nos asegure y sí, lo hacen, pero suben 80 € el montante total del seguro, sólo por ese leve roce en tres años.
            ¿Qué consecuencias saca uno de esta experiencia? Mi esposa, que en realidad hizo lo que debía hacer, moralmente hablando, no volverá a repetirlo. Seguro. Si produce el más ligero daño a otro coche, se callará cual hetaira e intentará darse a la fuga, como buena española. Yo también lo haré, si me ocurre. Podéis tenerlo por firmado.
            ¿Y al dueño del otro vehículo? ¿Nos ponemos en su lugar? No, que le den. Que contrate un todo riesgo o se compre una plaza de garaje para salvaguardar su coche. En esta sociedad, ponerse en el lugar de los demás, ser empático, es de tontos.
            Si esto sólo se quedase en el tema de daños, por nimios que sean, a coches, sería una pamplina. El verdadero problema es que las mismas leyes te castigan si eres empático. Yo mismo siempre le digo a mi esposa que si eres testigo de un robo, una violación o incluso un asesinato, las leyes de este país te fuerzan a sólo denunciarlo, llamando a la policía. No se te ocurra meterte por medio, porque saldrás escaldado, de una forma u otra. Si, por ejemplo, intentas evitar la violación de una desconocida (que a ti ni fu ni fa), enfrentándote al violador, pueden ocurrir dos cosas: o te pega una paliza y terminas en el hospital o en una caja de pino, o le pegas una paliza, terminando el violador en el hospital o en una caja de pino, por lo que tú darías con tus huesos en la cárcel. ¿Es justo? No, por lo tanto abstente de intervenir, porque como lo hagas, sales perdiendo.
            Hay quien diría que, en fin, al menos la sociedad te vería como un héroe. Mentira. Ahí tenemos el caso del profesor Jesús Neira, salvajemente golpeado por un australopithecus bellacus, por intentar mediar entre él y su novia, a la que estaba sometiendo a violencia de género. Jesús Neira jamás se recuperó de las heridas recibidas, hasta su muerte, pero es que, además, fue vilipendiado públicamente por la víctima salvada por él, ganando sus buenos euros por acudir a programas deleznables, de una cadena deleznable, para ponerle de vuelta y media.
            ¿Qué enseñanza sacamos de todo esto? Que el profesor Jesús Neira jamás debió meterse de por medio y que la bestia parda aquella (no digo su nombre, porque no debe ser recordado de manera alguna) siguiera pegando a su novia, que resultó ser una desvergonzada de cuidado.
            Por lo tanto, nuestra sociedad no avanzará hacia ningún sitio si premia a los antiempáticos mientras castiga a los que de verdad se preocupan por el bien de los demás, porque los mismos políticos son miembros de la sociedad a la que pertenecen y representan, ya que salen de ella (no hay máquinas clonadoras de políticos). Y una sociedad antiempática crea políticos antiempáticos. ¿Qué hacen los políticos antiempáticos? Pues no gobiernan con moralidad, roban lo que pueden y viven a cuerpo de rey, sin merecérselo, ya que no trabajan bien para ello. Los políticos no son superhombres, sólo son el reflejo de la sociedad en la que viven, y una sociedad amoral, corrupta y antiempática sólo puede producir políticos amorales, corruptos y antiempáticos.

            El Condotiero

2 comentarios:

  1. No puedo estar más de acuerdo con lo que describes, especialmente me encanta esa VERDAD que dices (porque lo es), de que los de arriba (los políticos) son el reflejo de los de abajo (el vulgo). Yo siempre lo digo, y defiendo esta verdad.

    Cuantas veces ves la típica pregunta: ¿Por qué la sociedad está podrida?, con su típica respuesta: Es por culpa del sistema/los políticos. Es que ser empático no es recomendable en una sociedad que llama a pisar al prójimo si es necesario para obtener el éxito.

    Y un cuerno... sólo son excusas. Los de abajo son como los de arriba, con la diferencia de que los de arriba hacen lo que hacen... porque pueden. Los de abajo (en general, ya que, por suerte, aún queda alguna excepción) también van cada quien a lo suyo, sin importarle una mierda el prójimo, hasta el punto de pisotearlo incluso por placer (no sólo por "necesidad"). Pero al vulgo se le da muy bien hacerse la víctima. Es más, diría que conviene defenderlos, ya que, si no, te pones en contra del resto de la "todopoderosa" sociedad de la cual formas parte. Una gota contra la (pestilente) marea. Ufff... mejor dejar al vulgo como los buenos de la peli... que si no...

    En fin... ya era hora de que alguien dijese las cosas como son en realidad. Hay que desenmascarar a esta puñetera sociedad plagada de hipócritas indecentes. Aunque repito: hay excepciones (o eso creo).

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  2. Gracias por tu comentario.
    A lo último te contestaré que claro que hay excepciones, pero son tan pocas que casi no cuentan. Además, en un tema tan delicado como éste, las excepciones lo pasan mal, porque para que la sociedad se viera beneficiada por gente empática, deberían ser amplia mayoría. Recordemos, si no, el símil del cesto de manzanas: una podrida termina pudriendo a las demás.
    El problema de todo lo que he escrito, que es sólo mi opinión, no lo olvidemos, es que el primer paso es reconocer el problema, que no es que haya precisamente un amplio consenso, la verdad. Pero imaginándonos que fuera así, deberíamos buscar solución, y eso es más complicado aún, cuando hay un montón de políticos corruptos a los que no les interesa cambiar el sistema y detrás tienen a un buen montón de embriones de políticos (las bases) que desean fervientemente ser como ellos, es decir, corruptos con poder.
    Lastimoso pero cierto.

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