Llevo
cierto tiempo haciendo campaña por la Empatía, sentimiento que creo es
fundamental no sólo para el desarrollo del ser humano en particular, sino también
para un justo establecimiento de relaciones entre las personas que forman una
sociedad. Si todos los habitantes de un país o ciudad tuviesen la Empatía como
valor principal, no existirían ni los crímenes, ni la corrupción ni nada que se
le parezca. Sé que esto es utópico, pero al menos deberíamos hacer algo para ir
por ese camino, y no todo lo contrario, como hace esta sociedad.
Este planteamiento me nace de un
suceso que me ha ocurrido en particular a mí, y también a mi esposa, y es en
referencia a un golpecito que tuvo ella con el coche. Estaba aparcando cuando
tuvo un roce con el coche que tenía justo delante. Fue un roce casi sin
importancia, sobre todo en un coche que ya tenía golpes por todos lados, más
cuando fue contra el paragolpes. Mi esposa, a diferencia de lo que hacen el
resto de los conductores españoles, dejó una nota en el parabrisas del coche
afectado. Los propietarios del mismo, una vez que vieron la nota, se pusieron
en contacto con ella para pasar al seguro los daños. Hasta ahí todo bien,
incluso lógico. Nuestra sorpresa fue que dos meses antes de tener que renovar
el seguro, en Génesis Auto, éste nos informa de su deseo de no renovación. No
nos explican el porqué, aunque resulta evidente. Lo sorprendente del asunto es
que hemos estado con ellos tres años en los que no hemos tenido parte alguno y,
ahora, por ese leve roce, nos echan a patadas, cual apestados. Lo de apestados
es cierto, porque he estado buscando una nueva compañía que nos asegure y sí,
lo hacen, pero suben 80 € el montante total del seguro, sólo por ese leve roce
en tres años.
¿Qué consecuencias saca uno de esta
experiencia? Mi esposa, que en realidad hizo lo que debía hacer, moralmente
hablando, no volverá a repetirlo. Seguro. Si produce el más ligero daño a otro
coche, se callará cual hetaira e intentará darse a la fuga, como buena
española. Yo también lo haré, si me ocurre. Podéis tenerlo por firmado.
¿Y al dueño del otro vehículo? ¿Nos
ponemos en su lugar? No, que le den. Que contrate un todo riesgo o se compre
una plaza de garaje para salvaguardar su coche. En esta sociedad, ponerse en el
lugar de los demás, ser empático, es de tontos.
Si esto sólo se quedase en el tema
de daños, por nimios que sean, a coches, sería una pamplina. El verdadero
problema es que las mismas leyes te castigan si eres empático. Yo mismo siempre
le digo a mi esposa que si eres testigo de un robo, una violación o incluso un
asesinato, las leyes de este país te fuerzan a sólo denunciarlo, llamando a la
policía. No se te ocurra meterte por medio, porque saldrás escaldado, de una
forma u otra. Si, por ejemplo, intentas evitar la violación de una desconocida
(que a ti ni fu ni fa), enfrentándote al violador, pueden
ocurrir dos cosas: o te pega una paliza y terminas en el hospital o en una caja
de pino, o le pegas una paliza, terminando el violador en el hospital o en una
caja de pino, por lo que tú darías con tus huesos en la cárcel. ¿Es justo? No,
por lo tanto abstente de intervenir, porque como lo hagas, sales perdiendo.
Hay quien diría que, en fin, al
menos la sociedad te vería como un héroe. Mentira. Ahí tenemos el caso del
profesor Jesús Neira, salvajemente golpeado por un australopithecus bellacus, por intentar mediar entre él y su novia,
a la que estaba sometiendo a violencia de género. Jesús Neira jamás se recuperó
de las heridas recibidas, hasta su muerte, pero es que, además, fue
vilipendiado públicamente por la víctima salvada por él, ganando sus buenos
euros por acudir a programas deleznables, de una cadena deleznable, para
ponerle de vuelta y media.
¿Qué enseñanza sacamos de todo esto?
Que el profesor Jesús Neira jamás debió meterse de por medio y que la bestia
parda aquella (no digo su nombre, porque no debe ser recordado de manera
alguna) siguiera pegando a su novia, que resultó ser una desvergonzada de
cuidado.
Por lo tanto, nuestra sociedad no
avanzará hacia ningún sitio si premia a los antiempáticos mientras castiga a
los que de verdad se preocupan por el bien de los demás, porque los mismos
políticos son miembros de la sociedad a la que pertenecen y representan, ya que
salen de ella (no hay máquinas clonadoras de políticos). Y una sociedad
antiempática crea políticos antiempáticos. ¿Qué hacen los políticos
antiempáticos? Pues no gobiernan con moralidad, roban lo que pueden y viven a
cuerpo de rey, sin merecérselo, ya que no trabajan bien para ello. Los
políticos no son superhombres, sólo son el reflejo de la sociedad en la que
viven, y una sociedad amoral, corrupta y antiempática sólo puede producir
políticos amorales, corruptos y antiempáticos.
El Condotiero
No puedo estar más de acuerdo con lo que describes, especialmente me encanta esa VERDAD que dices (porque lo es), de que los de arriba (los políticos) son el reflejo de los de abajo (el vulgo). Yo siempre lo digo, y defiendo esta verdad.
ResponderEliminarCuantas veces ves la típica pregunta: ¿Por qué la sociedad está podrida?, con su típica respuesta: Es por culpa del sistema/los políticos. Es que ser empático no es recomendable en una sociedad que llama a pisar al prójimo si es necesario para obtener el éxito.
Y un cuerno... sólo son excusas. Los de abajo son como los de arriba, con la diferencia de que los de arriba hacen lo que hacen... porque pueden. Los de abajo (en general, ya que, por suerte, aún queda alguna excepción) también van cada quien a lo suyo, sin importarle una mierda el prójimo, hasta el punto de pisotearlo incluso por placer (no sólo por "necesidad"). Pero al vulgo se le da muy bien hacerse la víctima. Es más, diría que conviene defenderlos, ya que, si no, te pones en contra del resto de la "todopoderosa" sociedad de la cual formas parte. Una gota contra la (pestilente) marea. Ufff... mejor dejar al vulgo como los buenos de la peli... que si no...
En fin... ya era hora de que alguien dijese las cosas como son en realidad. Hay que desenmascarar a esta puñetera sociedad plagada de hipócritas indecentes. Aunque repito: hay excepciones (o eso creo).
Gracias por tu comentario.
ResponderEliminarA lo último te contestaré que claro que hay excepciones, pero son tan pocas que casi no cuentan. Además, en un tema tan delicado como éste, las excepciones lo pasan mal, porque para que la sociedad se viera beneficiada por gente empática, deberían ser amplia mayoría. Recordemos, si no, el símil del cesto de manzanas: una podrida termina pudriendo a las demás.
El problema de todo lo que he escrito, que es sólo mi opinión, no lo olvidemos, es que el primer paso es reconocer el problema, que no es que haya precisamente un amplio consenso, la verdad. Pero imaginándonos que fuera así, deberíamos buscar solución, y eso es más complicado aún, cuando hay un montón de políticos corruptos a los que no les interesa cambiar el sistema y detrás tienen a un buen montón de embriones de políticos (las bases) que desean fervientemente ser como ellos, es decir, corruptos con poder.
Lastimoso pero cierto.