No
he sido comunista en mi vida, jamás, ni por asomo, lo juro por Snoopy. Nada más que hay que ver en qué
se convirtieron regímenes comunistas, tan separados ideológicamente de las
tesis de Marx, Engels, Bakunin, etc, dando lugar a nefastas dictaduras como las
de Stalin, Mao, Pol Pot y demás amigos de la esclavitud ajena. De hecho,
siempre me he postulado más en el lado de EE.UU., aunque no por estar
precisamente americanizado, sino por puro egoísmo y autodefensa, porque los
EE.UU. son el nuevo Gondor que nos
defiende del Mordor que tenemos ahí
abajo. ¿O alguien cree que España, con un ejército de 70.000 hombres y sin
servicio militar, que es el que crea reservistas, podría parar una invasión en
toda regla de nuestros territorios por parte de una gente fanática, hambrienta
y sin nada que perder?
Antes, cuando existía la URSS,
estábamos mejor, geopolíticamente hablando, pues, y esto lo aprendí en mis años
de adolescencia, cuando el mundo aún estaba dividido en dos, ocurrió lo de
Chernobyl y todavía existía el Muro de Berlín, mientras hubiera dos
superpotencias que se vigilaran la una a la otra, a nadie se le ocurriría salirse del tiesto y las mismas dos
superpotencias se cuidarían, y mucho, de pasarse de listos. Eso sí, para los
habitantes de la antigua URSS, de Europa Oriental y otros lugares, es mejor que
la URSS haya desaparecido, al menos, teóricamente, pero que cada uno se aguante
su vela. Para aquellos que piensen que mi tesis es injusta, sólo puedo decirles
que yo soy español y escribo sobre los que nos conviene a nosotros, mis
compatriotas. Que los escritores y analistas de sus países escriban sobre lo
que les convenga a ellos.
Pero, ¿qué ha pasado desde que ha
caído la URSS? Un desastre tras otro. La caída de la otra superpotencia supuso
que sólo quedara una en pie, por lo que, al ser la única, se convirtió en
hegemónica. Desde 1989, el mundo ha ido a peor geoestratégicamente, porque no
ha habido nadie que haya parado los pies a los mandamases de EE.UU. ¿Y quiénes son los mandamases de EE.UU.? La CIA, lógicamente. Si valieran para algo,
pues vale, qué le vamos a hacer, pero desde lo de Bahía de Cochinos, la CIA
anda buscando como loca las neuronas que se tuvo que dejar allí, porque son una
panda de inútiles que han transformado nuestro planeta en un arma de relojería.
Allí por donde van, salta la liebre. Ya lo hicieron también en Afganistán,
preparando y armando a los talibanes para que hicieran frente a los soviéticos,
y después les salieron rana, como siempre, pues no ha sido aquélla la única
ocasión en la que su política se les ha escapado de las manos.
Todo empezó, en este nuevo mundo que
tenemos, hace 25 años, con la caída de la URSS. Entonces, EE.UU. vio la
posibilidad de meter mano en una zona interesantísima, desde el punto de vista
petrolífero. Todos vimos cómo EE.UU. y sus aliados machacaron a Irak en la
Primera Guerra del Golfo, con la connivencia de la población occidental, puesto
que Irak era un país muy malo que había atacado a Kuwait y estaba regido por un
dictador muy malo llamado Sadam Hussein. Pero, ¿qué hubo de verdad en todo
aquello? Analicémoslo. Resulta que en la zona había un país aliado de
occidente, allá por 1979, dirigido por un rey muy apreciado, llamado Reza
Pahlevi. Tal es así, que los occidentales vendíamos montones de armas a Irán.
Pero surgen los primeros radicales islamistas y lo quitan de en medio,
convirtiendo a Irán en un país incontrolable desde el punto de vista
occidental. Eso es algo inadmisible, por lo que la respuesta de la CIA es enviar
a su perro de caza, que no es otro que Sadam Hussein.
Comienza, entonces, una larga guerra
que dura 10 años, una terrible guerra de desgaste en las trincheras, tan
terrible que hay hasta ataques con gas (armas de destrucción masiva, qué
curioso), cosa que no había llegado a suceder ni siquiera en la Segunda Guerra
Mundial. Pero no pasa nada, Sadam es nuestro amigo y se le permite, porque, de
hecho, Irak recibe montones de armas occidentales para que pudiese continuar la
guerra contra Irán, y es lógico, porque si no, no habría aguantado contra un
país que le doblaba la población. Entonces, si Sadam era nuestro amigo, ¿por
qué se convirtió en enemigo? Claro, es que estaba loco, nos quisieron vender.
Yo, desde luego, no me creo la tesis de que atacó sorpresivamente a un Kuwait
indefenso. ¿Me van a vender la moto de que nadie se dio cuenta de lo malo que
era Sadam y que atacó a Kuwait sin previo aviso, sin que los montones de
satélites norteamericanos pudieran fotografiar los movimientos de tropas iraquíes
hacia la frontera kuwaití? Os cuento lo que seguramente pasó, según mis ya
comentados principios de la Navaja de
Ockham y de ¿a quién beneficia?
La guerra entre Irak e Irán, costosísima tanto económicamente como en vidas
humanas, se saldó prácticamente con unas tablas. Pero claro, los amigos
americanos de Sadam le habían prometido el oro y el moro (curiosa frase) y el
tiro les había salido por la culata. Sadam querría compensaciones por el fiasco
de la guerra, por lo que la CIA le diría: adelante, coge Kuwait y te la quedas,
por un par de cientos de años nada más, eh, para que con su petróleo te
compense la pérdidas de la guerra, pero, por si acaso, envía también tropas
hacia la frontera con Arabia Saudí, el país más fuerte de la zona,
económicamente hablando, para que no intervengan (y así, sea Arabia Saudí la
que pida ayuda a EE.UU.). El engañado de Sadam hizo lo que la CIA le dijo que
hiciera, mientras los satélites americanos miraban a otra parte, seguramente a
alguna playa nudista o algún lugar similar, para, en el último momento, decir:
«alto, somos la policía mundial, porque ya no existe la URSS, ¿qué está usted
haciendo?». El pobre Sadam se tuvo que quedar con la cara de tonto, pero en
lugar de sacar sus papeles, decidió seguir con lo previsto, pues, al fin y al
cabo, tenía derecho a ello. ¿No se había desangrado Irak en su guerra contra
Irán por mediación de Occidente? Merecía una compensación, o al menos eso creía
él. Sabemos lo que realmente pasó después, que le dimos hasta en el carné de
identidad, por no haberlo enseñado en su momento, y eso que nos habían vendido
los periodistas que Irak poseía el cuarto ejército del mundo. Sería en número
de deserciones, porque de otra cosa lo dudo mucho.
Así, con la connivencia de la
población occidental y mientras los antiguos países de la antigua URSS se
estaban reinventando, EE.UU. había aprovechado y se había instalado en la
importantísima zona de Oriente Próximo, donde el petróleo corre por las venas.
Se podía haber quedado así la cosa,
pero no, no era suficiente. Sin una URSS a la que hacer frente, los EE.UU. se
habían quedado sin el enemigo según el cual gastaban tantísimo en defensa y
hacían leyes restrictivas, en aras de la seguridad nacional y mundial. Había
que hacer algo, y rápido. Pues inventamos Al-Qaeda, total, ya tenemos la
experiencia de Afganistán. Con la nueva inseguridad mundial creada, podían
seguir engañándonos con respecto a sus actuaciones.
Y llega el fatídico 11 de
septiembre. No voy a entrar a discutir si fue Al-Qaeda o no, porque daría para
un escrito completo, pero para mí está claro, siguiendo los principios de Navaja de Ockham y de ¿a quién beneficia? Ya tenemos nuevo
enemigo, Afganistán, y además la excusa perfecta para hacer nuevas leyes más
restrictivas aun, pero con el viso de la seguridad, como las Patriot Acts en EE.UU. y la Constitución
Europea, que por fortuna fracasó, y no gracias a nuestros políticos españoles,
que tanto lucharon por el SÍ (Rajoy y Zapatero, que se unieron a ello como
borreguitos). Así, machacamos Afganistán y después Irak de nuevo, matando a
Sadam, que de paso lo callamos para que no hable.
¿Cuál es la última metedura de pata
de la CIA? La Primavera Árabe. Quitando Túnez, que se está desangrando con el
terrorismo (y algunos turistas que les pille de paso), los demás países árabes
han ido a peor. Se ha quitado a Gadafi, muerto de forma deleznable y
televisada, para que vengan unos bastante peores. Parece ser que no aprendemos
de nuestros errores, o perdón, que la CIA no aprende de sus errores. No se
puede dar la democracia a quien no la quiere y no la comprende. Nuestra
democracia, que tiene muchísimos fallos, no está en consonancia con las ideas
de los imanes musulmanes, al igual que no la estaría con las ideas de los
sacerdotes católicos del siglo XV. Porque la democracia no sólo es un sistema
de gobierno, en principio es una idea que está avalada por otras, como la
libertad, la igualdad y la fraternidad. Quitando esta última, las otras dos
están bastante lejos del ideario islámico, por lo que finalmente la
incomprendida idea de democracia occidental es vista por los musulmanes como lo
que es: una forma de injerencia en sus formas de vida, que no serán perfectas,
pero es lo que conocen y lo que quieren, o eso parece.
¿Qué final, por tanto, podía tener
la Primavera Árabe? El que ha tenido, un auténtico desbarajuste de los
gobiernos que había en el norte de África y en Oriente Próximo, que tendrían
sus defectos, pero, al menos, tenían controlados a sus habitantes, cosa que,
egoístamente hablando, nos convenía a Occidente. ¿Qué tenemos ahora? Un montón
de refugiados llamando a las puertas de una saturada Europa, de una Europa que
querría ser solidaria, pero que está lastrada por sus problemas económicos y de
desempleo, cuya última crisis económica, la peor desde 1929, ha ensanchado más
si cabe las distancias entre clases, destruyendo sobre todo clase media, que es
la que sostiene la mayoría de los impuestos. Que ésta es una nueva invasión,
como las de los siglos IV y V al Imperio Romano, no lo digo yo, lo dice Arturo
Pérez-Reverte, al que no se puede tachar de xenófobo (os invito a leerlo aquí).
Y la creación del autodenominado Estado Islámico, ayudado en sus principios por
nuestros ya amigos de la CIA, para que acabe socavando, desde dentro y desde
fuera, los cimientos de la sociedad occidental, cercenando sus ideales de
justicia y ecuanimidad, al observar con cuánto fanatismo y salvajismo se
recrean, con sus magníficos videos, desde el punto de vista editorial.
¿Qué será lo próximo que invente la
CIA? No lo sé, pero miedo me da. ¿A qué se debe este cúmulo de errores en su
corta trayectoria de 60 años? ¿Son tan torpes como aparentan? ¿Les hacen
exámenes de cociente intelectual cuando entran allí a trabajar y cogen a los
que tienen menos? Lo dudo mucho, la verdad. Entonces, ¿qué ocurre? ¿Quizá todos
estos errores no sean realmente errores y haya un plan de fondo por el cual nos
quieran poner a Occidente tan contra las cuerdas que acabe estallando,
indignado, y pueda dar comienzo un nuevo orden mundial, con la CIA a la cabeza
de una megapotencia norteamericana que sea de nuevo la salvadora de Europa y
nos pongan, por fin y de una vez por todas, bajo su yugo?
El Condotiero
En esta ocasión estoy totalmente de acuerdo contigo,pero me gustaría añadir algo.
ResponderEliminarAunque parece mentira cuando acabo la guerra fría Reagan y Gorbachov llegaron a buenos acuerdos, es más Gorbachov inicio importantes reformas.
Pero el ansia norteamericano les pudo, pusieron a Boris Yeltsin y de la mano del FMI, Banco mundial etc se cargaron Rusia y la pusieron en manos de la mafia.
Luego Bush se salto todos los acuerdos... Y claro llego Putin.
La CIA es el mayor grupo terrorista del mundo y su única intención es controlar el globo. Para los EEUU ellos son la verdad y el resto meros intereses.
¿Despertara alguna vez europa? O quizás sera necesaria otra URSS...
Por desgracia, ha despertado de la peor forma posible, después del golpe en París, aunque la gente sigue estando ciega. La dualidad entre dos civilizaciones, una de ellas abanderada de una ideología, cayó hace 25 años, pero eso no hizo que la otra civilización, la occidental, quedara como única propietaria del planeta. Lejos de eso, China y la civilización musulmana están buscando su lugar en el mundo. China lo hace de una forma, los musulmanes de otra. Cada una a su mejor parecer. El 11S y el resto de golpes perpetrados por la CIA son el canto del cisne por intentar mantener la supremacía occidental. La Rusia eslava y ortodoxa también busca su lugar, después de la debacle de la URSS. Prueba de ello es la escisión en Ucrania: la mitad occidental, cristiana y europea, contra la mitad oriental, ortodoxa y paneslava. Esta guerra entre bambalinas por parte de unas civilizaciones que chocan no se van a resolver matando gente inocente ni en París ni en Damasco, ni tampoco va a ser la última vez que ocurra. De todas formas, ¿qué les importa a nuestros políticos el ataque en París? Ya vaticiné que se saldaría con nuevas leyes restrictivas, que, al fin y al cabo, es lo que les conviene a ellos y nosotros se lo permitiremos en aras de la seguridad.
Eliminar