viernes, 21 de julio de 2017

Estamos en Matrix y no lo sabemos

             Mi deseo no es otro que continuar con la idea del gran José Saramago... ah, ¿que no saben a qué me refiero? No importa, les invito a escucharlo aquí.
           Claro, que yo también he dicho cosas parecidas en este mi blog, con otras palabras y de forma diferente, tampoco siendo el único, pero la mayoría no somos escuchados y los que deberían hacerlo no quieren, puesto que el sistema actual es el que les conviene.
            Sí estamos en Matrix, porque vivimos en una sociedad, la occidental, en la que creemos que hay democracia, justicia y libertad. Comencemos por la democracia. Su definición por la RAE es: forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos. ¿De verdad que esta definición se ajusta como un zapato a los sistemas políticos que abundan en las naciones pertenecientes a la civilización occidental?
            Quizá esté equivocado, pero yo creía que la democracia en España se trata de que una vez cada cuatro años, y en cada peldaño de gobernación, vamos a unas urnas a depositar nuestro voto y nuestra confianza a un partido político (los cuales, en su gran mayoría, carecen de democracia interna), para que nos represente durante la siguiente legislatura.
            Punto pelota. No hay más democracia. Al menos en nuestro país. Eso no se corresponde con la definición de la RAE sobre la «democracia». Ah, sí, que hay un método por el cual los ciudadanos pueden reunir firmas para presentar ante el Congreso una propuesta de ley, pero esto es trabajoso y, normalmente, ineficaz, porque al final son los diputados (350 como mucho) los que deciden si los cientos de miles o millones de firmas se tiran a la papelera o no.
            Ya he comentado en entradas anteriores que deberíamos tener más en cuenta al ciudadano y también a los avances tecnológicos. Parece ser que estos últimos sólo son aprovechados por el gobierno de turno para que no se escape ninguna multa de tráfico o de la seguridad social, pero se desestima para poder crear una democracia real. En la actualidad, con una inmensa mayoría de población con acceso continuo a Internet y toda, prácticamente, que podría tenerlo de forma puntual, no sé a qué esperan para gobernar a base de plebiscitos semanales por esa vía.
            No se hace no porque sea complicado, sino porque es evidente que a nuestros políticos no les interesa. Yo comento, y no en tono de guasa, que lo que tenemos es una dictadura (o mejor una oligarquía) que dura cuatro años. Votamos a nuestro dictador y su séquito por cuatro años. Y no es ninguna perogrullada. Votamos a alguien que creemos que nos va a representar fielmente y va a luchar por nuestros intereses, contando para ello con algo que se denomina programa electoral. O sea, les votamos por lo que nos prometen que van a hacer durante los próximos cuatro años, pero está demostrado que en esos años van a hacer lo que les da la gana y no tenemos medio alguno (exceptuando guillotinas, que, al parecer, están muy mal vistas) para deponer a los sinvergüenzas y aprovechados que nos mienten y nos malgobiernan durante esos fatídicos cuatro años.
            Así, no nos queda otra que esperar a que terminen para volver a empezar, escuchar mentiras electorales, depositar de nuevo la confianza en ese partido político (que nos promete enmendarse) o en otro (que nos promete derogar los patazos del anterior), y otra vez ser engañados. Así llevamos cuarenta años en España.
            Hay muchos que dicen que es el mejor sistema que existe y no tenemos más remedio que amoldarnos a él y, si acaso, cambiar las cosas desde dentro. Primero, que no es el mejor sistema que existe, porque ya he explicado yo uno mejor, el de los plebiscitos para todo vía Internet; y segundo, que las cosas no se pueden cambiar desde dentro, porque cuando entras en ese sistema, es decir, te haces político, el lado oscuro es demasiado poderoso para rechazarlo y entre dietas, tres por cientos, chóferes, putas y coca, es muy difícil que la honradez triunfe.
            Además, como dice Saramago, los gobiernos occidentales actuales tiene muy escaso poder, puesto que son los grandes organismos y corporaciones mundiales los que gobiernan a los que nos gobiernan. Que si el FMI, que si la OCDE, que si la Troika... Hay tantos que están por encima de nuestro Presidente del Gobierno que no podemos estar seguros de su independencia y capacidad de decisión, y todos aquellos que están por encima de él son personas que no han sido elegidas democráticamente. Por tanto, ¿quién nos gobierna? ¿Alguien lo sabe?
            Con respecto a la justicia, siempre hemos sabido y siempre sabremos que la justicia no es igual para todos, es lenta e ineficaz y, para colmo, en nuestro país no es independiente, al no existir la consabida separación de poderes.
            La única forma en que la justicia fuera independiente sería que sus más altos representantes fueran elegidos por el pueblo, vía Internet también, con mandatos finitos y con cuentas que rendir al pueblo.
            ¿Y la libertad? Me río de la libertad en un Estado donde no hay democracia real y la justicia está obsoleta. Y a los hechos me remito: ¿qué pasa cada vez que un loco estrella un avión contra un edificio o un camión contra una multitud? Más recortes de libertad y todos aplaudimos en aras de nuestra seguridad. Lo dicho, puro Matrix.
             Pero, como ocurre con esa ficción realista, o con esa realidad ficcional, el que se la crea que continúe viviendo su felicidad, impostada, sí, pero felicidad al fin y al cabo.

            El Condotiero

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