En
la sociedad que estamos construyendo en España, en los últimos
años, esta palabra, esfuerzo, está quedando como algo del pasado, o
del futuro, algo así como de ciencia ficción. El esfuerzo es algo
que está, incluso, denostado. Pocas cosas se consiguen hoy en día
con el esfuerzo y al que avanza de algún modo gracias a él, hasta
lo miran con cara rara, como si hubiera una triquiñuela o engaño en
sus palabras.
Y
no exagero. Sólo tienen que echar un vistazo a todos y cada uno de
los ámbitos en los que nos movemos. ¿Para qué vas a estudiar?, si
el puesto de trabajo que consigas lo harás por mediación de algún
familiar, amigo o conocido. ¿Para qué esforzarte en el colegio?, si
las notas que saques en él no influirán para nada en el resto de tu
vida.
Y
no digan que no... Todos conocemos gente muy válida que lleva en el desempleo
varios años y también empleados inútiles que nadie sabe cómo han
conseguido ese puesto de trabajo y, peor aun, cómo lo siguen
manteniendo. Aunque tampoco es que los empresarios, en líneas
generales, puedan exigir mucho a sus empleados, total, para lo que
les pagan... El salario medio español ha disminuido casi en un 50%
en los últimos diez años, salvando los muebles los funcionarios,
cuyo mísero sueldo apenas ha bajado, pasando de ser el hazmerreír
de la masa social anterior a la crisis a los grandes privilegiados de
nuestra sociedad: trabajo fijo no, anclado, y más vacaciones o días
libres que la mayoría.
Así,
vuelvo a lo que muchos dicen últimamente, con cierta sorna, acerca
de los consejos sobre el futuro a sus hijos: «no estudies una
carrera, Manué o Jenny, ¿pa qué? Hazte futbolista, entra en
un reality show o tírate a un torero o a una tonadillera.
Sale más a cuenta». Y es cierto, porque hasta para ser empresario
se necesita tener cierto grado de suerte o, mejor dicho, padrinos que
le amparen a uno. Si están metidos en política, que es donde se
corta el bacalao, mejor.
Siempre
se ha escuchado aquello de que los jefes en las empresas son los más
tontos. Aunque pudiera parecer que es el típico dicho donde se
observa la envidia que a un empleado le supone que otro sea el jefe y
no él, no habría que descartar parte de verdad en la afirmación. A
un empleado inútil es mejor quitarlo de trabajar, para que no rompa
nada, por lo que lo ascendemos a jefe, también por el hecho de que
son los jefes superiores quienes nombran a los jefes inferiores, y
siempre es mejor tener un jefe subordinado que no te haga sombra y
que, además, sea fácil de manejar. Por lo tanto es siempre mejor
elegir a un tonto para jefe. Mientras, la persona que se ha estado
esforzando de verdad en el trabajo queda relegado a seguir
manteniendo su puesto, con el agravio de tener que obedecer a uno
que, además de quitarle el puesto, estará deseoso de hacer pagar
cara a los demás la osadía de haber valido más que él mismo.
¿Y
en el mundo de la cultura? Todos conocemos ya los tejemanejes que se
traen las editoriales con aquello de los premios literarios. Todos
sabemos que el Premio Planeta es algo desvirtuado en sí mismo,
puesto que es más una apuesta comercial que otra cosa. Pero no sólo
me refiero a ese denostado premio, sino que me refiero a cualquier
premio, de mayor o menos entidad, que pulule por España (el país
con más premios literarios del mundo). En España, tanto para
escribir como para cualquier otra cosa, si no tienes padrino no eres
nadie. No importa si vales o no, lo realmente relevante es si alguien
dice «oye, que éste es amigo mío; dale una oportunidad». Sin esas
palabras mágicas te conviertes rápidamente en el «hombre
invisible»: nadie te ve, nadie te oye, nadie te lee...
De
tal forma, en la vida existen dos tipos de personas: los visibles y
los invisibles. Para cualquier cosa que un ser visible quiera comenzar o
realizar, tendrá todas las oportunidades que se le puedan dar,
porque «fulanito» o «menganito» le van a ayudar en su proyecto,
sea cual sea, o valga lo que valga. En cambio, si eres un ser
invisible, todo lo que consigas, que generalmente será poco, te
costará un tremendo esfuerzo que nadie, jamás, llegará a valorar
en su justa medida. Los seres invisibles, aquellos que no tienen
padrino, quizá valgan más que los visibles, pero da igual, nadie
nunca lo sabrá.
Ya
lo dije en otra entrada, cada uno de nosotros es nuestra
circunstancia y nosotros mismos. Nos encanta decir que Pelé fue el mejor
jugador de fútbol de la Historia, o Paganini fue el mejor violinista
que ha habido jamás..., pero, ¿estamos seguros de ello? Quizá el
mejor futbolista haya sido un chaval de Ruanda que no tuvo la
oportunidad de demostrarlo antes que lo mataran, o la mejor
violinista, mejor aun que Paganini, fuera una chica rumana con
grandes aptitudes que a poco de comenzar su difícil aprendizaje de
tan excelso instrumento fue raptada y traída a España para su
explotación sexual, por lo que dejó de tocar el violín y pasó a
drogarse como premio a cada sesión obligada.
Así,
moldeados por las circunstancias que nos rodean y por los hilos que
logramos tejer, o que nos tejan, sólo queda una pregunta: ¿qué
tipo de persona eres, de los visibles o de los invisibles?
El
Condotiero
Genial artículo querido Enrique.
ResponderEliminarCada vez somos más lo que nos esforzamos para luego no obtener resultados. Eso sí, nadie me quita la fantasía ni la imaginación. Puede que en mi mundo imaginario sí sea alguien de provecho que nadie quiere ver, pero claro... en mi mundo.
De momento me quedo con la esperanza de que me llegará algo mejor, algo es algo...
Me alegra que te haya gustado, querido lector. Con respecto a tus palabras, que me parecen muy sabias, decirte que con ellas has logrado entroncar las ideas principales de mis dos últimas entradas: por mucho que uno se esfuerce parece imposible ser visto, oído o leído, si uno es un ser invisible, pero da igual, porque lo realmente importante es estar satisfecho con uno mismo y, por tanto, lograr ser feliz, que es nuestro único objetivo en esta vida. Para la siguiente, ya veremos...
ResponderEliminarBuenas noches mi querido compañero de andanzas laborales. Yo soy aquel que te prometió seguir tus pasos en éste tu blog, como dirían nuestro internacional Raphael y el Sr. Pastor de la serie LQSA. Te lo prometí y lo he cumplido. La verdad es que he quedado muy impactado por tu semántica, por tu descriptiva e impecable conocimiento de los "Grandes" de la cultura.Te prometo seguir visitando este escaparate de las verdades de la vida cotidiana, sus problemas y tu retórica. Fue un placer tenerte como compañero hasta hace pocos días y ahora es otro el tenerte como bloguero. Estás mal aprovechado, y sabes por qué lo digo. A veces uno conoce gentes y lugares, y lo único que sacan es la alegría de haber podido conocer a esas personas que dejan huella en su quehacer diario, y tú para mi fuiste y serás un referente, ¿te acuerdas de esa conversación que mantuvimos en una ocasión por ele trabajo que desarrollamos juntos?. Lo tuyo no era lo "otro", lo tuyo es más esto; y lo digo sin acritud, sino todo lo contrario, con respeto y admiración hacia ti, que eras una jarra de miel, en la boca del asno. ¿Me explico?. Lo dicho un placer haberte tenido como compañero de viaje en el vagón del ferrocarril de la vida y mi mas sincera enhorabuena por tu blog. Espero con total sinceridad que " te vaya bonito" y tengas esa sitio qu ete corresponde. Un efusivo y sincero abrazo. PS
ResponderEliminarQuerido Paco: gracias por tus poéticas palabras. Me entusiasma que alguien como tú, con tu largo recorrido en esta vida y tu gran experiencia, haya disfrutado con mis pobres creaciones, puesto que eso es lo que me da ánimo a continuar escribiendo. Que sí, que realmente lo hago por y para mí, me lo pide el cuerpo y me siento pleno al hacerlo, pero nuna viene mal una palmadita en la espalda.
ResponderEliminarCon respecto a tu comentario, decirte que entiendo lo que planteas y te agradezco tu apoyo, aunque también debo recordarte que en España viven muy poquitos de la escritura. Hay pocos escritores de los que publican que vivan exclusivamente de ello, por lo que más complicado sería para alguien como yo, aún escritor novel, ya que no he publicado nada todavía. Por esa razón, la gran mayoría de los escritores viven de su otro trabajo, sea cual sea, que la mayoría son profesores o periodistas. Desgraciadamente, las facturas deben seguir pagándose, así que la escritura se debe quedar el algo parecido a un hobbie, o una actividad complementaria, si consigues publicar. Mientras tanto, el trabajo remunerado será el que a final de mes llene la nevera de las viandas que impidan la inanición.
Me alegro que hayas decidido entrar en ésta, mi casa, en la que eres absolutamente bienvenido.
Un abrazo.
El Condotiero