martes, 28 de junio de 2016

Democracia a la carta

             Después de mucho pensármelo, o poco, ¿quién sabe?, acabé votando y acabé votando a Podemos. Ya he repetido en varias ocasiones que jamás he sido comunista ni lo voy a ser, y realmente estoy en contra de muchas de las posiciones políticas de Podemos, pero creo que lo hice más por venganza personal que por otra cosa. Sí, porque los españoles se merecen poco más que mi absoluta indiferencia. No, no se equivoquen, no lo digo por el resultado de las elecciones, que en nada va a cambiar lo que está pasando en nuestro país, ya que el cambio de sillones en el hemiciclo no va a afectar a España, en este caso, el no cambio de sillones. No creo para nada en los políticos, del signo que sean, puesto que todos buscan lo mismo: perpetuarse en el poder aquél que lo tenga, o encaramarse a él aquél que no.
              Esta entrada está más bien dirigida a mis supuestos compañeros de voto, a muchos de los que votaron a Podemos, que son de izquierdas, cosa que yo no. Si rascas debajo de un izquierdista, es fácil encontrar a un estalinista, o casi. Sé que lo que digo parece fuerte, pero es lo que pienso, y lo pienso por las burradas que he escuchado y he leído a los simpatizantes de Podemos, o Unidos Podemos, en este momento. Muchos de ellos han despotricado de los resultados de las elecciones de manera desaforada, tildando de imbéciles a los votantes, o de ineptos, o de «viejos aburridos». Suele pasar con los izquierdistas más izquierdosos que siempre tienen las palabra «democracia» en la boca, siempre están protestando de la poca democracia y transparencia que hay en España, pero cuando la misma democracia los pone en su lugar, tachan a la gente que no los ha apoyado de todo menos de bonita. Y debemos dar las gracias a esa misma democracia que evita que se enfaden, tomen los edificios de televisión y bombardeen el Congreso con el crucero Aurora (gracias también a que Madrid no da al mar, todo sea dicho).
             Lo mismo he escuchado con respecto al «Brexit», que cómo se le puede dejar a la gente, que no está preparada para ello, el tomar una decisión tan trascendental como ésa. Incluso en programas de radio, donde decían algo así como que un cirujano no pide opinión a los demás para operar, ya que él es el que está formado y tiene la experiencia necesaria para tomar las decisiones oportunas respecto a dicha operación.
              Pura demagogia, señores, o es que queremos volver al Despotismo Ilustrado, es decir, todo para el pueblo pero sin el pueblo. Quizá la solución sea algo más de inversión en educación, pero no sólo para los niños y adolescentes, sino para todas las capas de población. En una España donde triunfan los reality shows, el fútbol o Belén Esteban quizá sea pedir demasiado. Puede que ya haya varias generaciones perdidas, pero todavía quedan las más jóvenes, a las que podemos inculcar filosofía (ah, no, que la van a quitar de los colegios), la literatura (ah, no, que sólo se publican los libros de los autores mediáticos) o teatro (ah, no, que con el IVA cultural a los jóvenes les es imposible acudir por su altísimo precio)... Perdón, me he dado cuenta que no se puede hacer ya nada, que los mismos políticos que deberían procurar la autonomía intelectual de sus votantes son los que la evitan, tal vez para poder implantar ese Despotismo Ilustrado del que hablé antes.
              Esto podría tener otra lectura diferente, relacionándola con la entrada en la que hablaba de la felicidad del ignorante. En un mundo en el que es mejor para tu salud mental ver dibujos animados que las noticias, el ser humano dirige sus expectativas a ir pasando su vida minuto a minuto sin mojarse en nada ni ser útil para nadie.
             Pudiera ser que la idea inicial de tomar las televisiones y bombardear el Congreso con el crucero Aurora no sea tan mala, aunque haya que intentar meterlo en el Manzanares, que no sé yo... Pero todos sabemos cómo acaban siempre esas revoluciones llevadas a cabo por iluminados bienintencionados. Cuando alguien no está de acuerdo con la revolución, es pasado por el paredón, eso sí, por el bien de los demás, no vayamos a pensar mal.
              Recordad, de tildar a la población de no saber lo que le conviene y actuar en su beneficio al gulag hay muy pocos pasos. Repito, guardaos de los que quieren usar la democracia mientras les pueda convenir, porque debajo seguro que hay un tirano.

              El Condotiero

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