domingo, 4 de junio de 2017

Tropas espaciales

                                    (Advertencia: entrada no apta para mentes sensibles)

             Recomiendo encarecidamente la lectura de la novela de ciencia ficción Starship Troopers, del autor norteamericano Robert A.Heinlein (por favor, no confundir con la película del mismo nombre del director Paul Verhoeven, que aunque fuera divertida, sólo se trató de una pésima adaptación de la novela). Si lo hago no es porque su trama me parezca estupenda, sino por su explicación del sistema político existente en una hipotética sociedad futura del planeta Tierra. No voy a destripar la novela, muy cortita y que se lee en dos tardes, pero lo importante para esta entrada es la vigencia de un Estado Mundial, que salió de las guerras que se iniciaron al final del S.XX entre rusos, europeos y americanos por una parte, contra chinos y árabes por la otra. No debemos olvidar que la novela fue publicada en 1959, en plena Guerra Fría, y ya allí anticipaba una lucha de civilizaciones en la que Rusia se posicionaría junto a los países occidentales.
             Yendo al meollo de la cuestión: la sociedad mundial nacida tras esa guerra se basa en un sistema democrático en el cual sólo tienen derecho al voto todos aquellos que hayan realizado el servicio militar. Éste dura tres largos años, tanto para hombres como para mujeres, y en el cual aprenden a convivir, a sacrificarse por los demás, a trabajar en equipo, a pensar en el bien común y no sólo en ellos, etc, etc. Al terminar el servicio militar, los hombres y mujeres pueden reincorporarse a la sociedad, crecidos como personas, y ganan el derecho al voto y a poder tener hijos. Es decir, una pareja que no haya realizado el servicio militar tiene prohibido concebir hijos, ni siquiera por métodos naturales. Se supone que una pareja así, al no haber realizado el servicio militar y, por tanto, no haber aprendido los valores necesarios para pertenecer a la sociedad como miembro de pleno derecho, no posee tampoco las capacidades educacionales mínimas para criar a niños con plena garantía de éxito. En un planeta ya superpoblado, también es una forma de control de la natalidad.
             Recordemos que es una visión de un escritor de una sociedad futura y que es del año 1959. No quiero decir que en nuestro planeta Tierra tengamos que llegar a esto, pero es sintomático que las parejas más preparadas intelectualmente y con más recursos económicos no estén teniendo hijos, o a lo sumo sólo uno, mientras que parejas casi analfabetas y con escasos medios económicos tengan cinco o seis churumbeles, a los cuales no les pueden enseñar nada, puesto que los padres nada saben.
             Y con respecto a lo del voto, es el momento de entrar en profundidad. Lo de «un hombre, un voto» es una mentira universal que tomamos como medida de la democracia. Para empezar, para que vean si es errónea esta afirmación, se promulgó cuando la idea era del todo literal, es decir, cuando las mujeres no podían votar. ¡A ver quién es el guapo que dice ahora que las mujeres no puedan votar! Por lo tanto, desechemos esa idea de una vez por todas.
             ¿Por qué el voto de un asesino múltiple debe valer lo mismo que el de un hombre o mujer de bien, que paga de forma regular sus impuestos, educa a sus hijos admirablemente y practica la empatía en todos y cada uno de los momentos de su vida? No es lógico ni ecuánime. Debemos desterrar de nuestro cerebro el concepto de que todos somos iguales, porque no es cierto. Ni siquiera a la hora de nacer, pero lo que más nos diferencia a los unos de los otros son las acciones que libre y deliberadamente hemos tomado a lo largo de nuestra vida, y las que nos queden por tomar.
             Como nuestro sistema actual no funciona... (no, no funciona, creo que es algo que vemos todos los días: justicia injusta; paro desorbitado; muerte anunciada de las pensiones; corrupción generalizada y galopante; políticos demagogos; aumento desmesurado de la distancia entre ricos y pobres; etc.) Bueno, como iba diciendo, ya que nuestro sistema actual no funciona, hay que buscar nuevos métodos con los que poder autogobernarnos, es decir, que nosotros con nuestras decisiones seamos quienes aupemos en el poder a los que nos gobiernen, pero claro, no con un papelito inútil que no refleja para nada nuestras diferentes aportaciones a la sociedad de la que formamos parte.
             Sin llegar a los extremos de la sociedad que Heinlein retrata en su novela, llevo mucho tiempo pensando que sí que posee ciertas características encomiables, por lo menos en lo referente a la valía del voto. No a la valía del voto per se, sino a la valía de los individuos que ejercen su derecho a voto.
             Así, teniendo en cuenta que en realidad nuestros votos no valen lo mismo (si alguien tiene alguna duda, que lea mi entrada Una ley electoral incoherente), deberíamos buscar sistemas electorales más justos y más eficientes, olvidándonos ya del manido una persona=1 voto, que ya sabemos que es inútil y torpe.
             Yo, humildemente, he confeccionado una tabla en la que cada persona mayor de 16 años debería sumar sus líneas para conocer (y el Gobierno también) el número de votos que a su nombre están dispuestos. De tal forma, si alguien tiene, por ejemplo, 8 votos, puede usarlos para votar a un mismo partido o dividirlos como quisiera, aunque sería poco útil y probable. Abajo aparece la tabla en la que se contabilizan los votos que cada poseedor de N.I.F. suma:


Por poseer N.I.F. 1 voto
Por carecer de antecedentes penales 1 voto
Por poseer estudios de secundaria (bachillerato o F.P.) 1 voto
Por cada licenciatura que se posea 1 voto
Por cada doctorado que se posea 1 voto
Por poseer un puesto de trabajo y pagar impuestos 1 voto
Por tener trabajadores a su cargo (Seguridad Social) 1 voto
Por tener más de 10 trabajadores a tu cargo (Seguridad Social) 1 voto
Por tener más de 100 trabajadores a tu cargo (Seguridad Social) 1 voto
Por tener más de 1.000 trabajadores a tu cargo (Seguridad Social) 1 voto
Por haber realizado 100 o más horas de voluntariado social en el último año 1 voto
Por haber donado sangre en 12 o más ocasiones en el último año 1 voto
Por tener el carné de donante universal de órganos 1 voto
Por tener publicadas obras de divulgación científica, histórica o filosófica 1 voto
Por haber realizado el antiguo servicio militar o haber sido militar profesional 1 voto
Por haber participado como militar en misiones en el extranjero 1 voto
Por haber participado como voluntario de una ONG en misiones en el extranjero 1 voto
Por tener una o más personas a tu cargo (dependencia) en el último año 1 voto
Por haber salvado al menos una vida en el último año (demostrable) 1 voto
Por cada hijo escolarizado que el curso anterior aprobase todas las asignaturas 1 voto
Por estar cumpliendo condena -3 votos
Por estar apartado de las funciones públicas -2 votos

             Evidentemente, esto es sólo un ejemplo de cómo se podría hacer. Podría haber más o menos filas en esta tabla, o los varemos ser diferentes; para eso habría que estudiarla en profundidad y llegar a un consenso... espérense, por favor, que me está dando la risa... ya... ah, no... ya, ahora sí... Pues eso, pero con cabeza, que para algo la tenemos y no sólo para peinarnos.
             Con ello quiero decir que no acepto tonterías del tipo «se nota que tiras para los empresarios, porque has puesto muchos votos para ellos». Bien, sí es verdad que les he puesto alguna línea de voto, pero es que son ellos los que enriquecen al país, aunque eso no quiere decir que sean los que corten el bacalao. Para poner un ejemplo: imaginemos un empresario que sea doctor en economía y que tenga 1.001 trabajadores. Bien, pues este señor tendría un voto por tener N.I.F.; supongamos que carece de antecedentes penales, otro voto; como tiene un doctorado, ha terminado la secundaria y también es licenciado, claro, por lo que son 3 votos más; tiene trabajo (autónomo) y paga sus impuestos, 1 voto; tiene trabajadores a su cargo, 1 voto; tiene más de 10 trabajadores a su cargo, 1 voto más; tiene más de 100 trabajadores a su cargo, otro voto; y tiene más de 1.000 trabajadores a su cargo, por lo que totaliza 10 votos. Parece mucho, pero es que sus 1.001 trabajadores sólo por tener el N.I.F. y pagar sus impuestos, ya suman 2.002 votos. Así que díganme ustedes qué tontería sería ésa de que el empresario cortaría el bacalao. Estamos hablando de 10 votos contra 2.002, está claro quién influye más en una sociedad, ¿no?
             Es muy difícil no poseer al menos un voto con esta lista, para ello una persona tendría que ser prácticamente analfabeta y además estar cumpliendo condena en la cárcel. Bueno, no creo que una persona con tales características deba influir en mi futuro, la verdad, ni en el de los demás. Claro, ahora vendrán otros que me llamarán fascista por pensar así... ¡Ojo!, serán los mismos que se llenan la boca con la palabra «democracia» pero admiran formas de gobierno como las de Cuba y Venezuela, que o no hay voto directamente o si hay algún plebiscito es para conseguir papel higiénico, porque otra cosa ya me dirán ustedes.
             Y no se confundan: no estoy diciendo que el sistema por mí plasmado aquí sea la panacea que arreglara todos nuestros problemas. No, no soy ni tan necio ni tan soberbio, sino que es simplemente un sistema mejor que el que hay, aunque no tiene por qué ser el mejor, ni mucho menos. Ojalá esta entrada sirviera para abrir un debate a escala nacional sobre qué método sería el mejor para nuestra futura democracia y que no se quedara en agua de borrajas. Ojalá.
             Pero sigo sin ser ni un necio ni un soberbio, por lo que sé que me leéis cuatro gatos (eso sí, no gatos cualquiera, sino con pedigrí), que la mayoría no estaréis de acuerdo con mis ideas y que, aunque no fuera así, a nuestros políticos, banqueros, grandes empresarios en general, les interesa mantener el sistema actual, porque les va de maravilla gracias a él.

             El Condotiero

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