lunes, 18 de enero de 2016

Estadistas y políticos

             Son dos palabras que, aunque en un principio son parecidas, semánticamente hablando, realmente no tienen nada que ver. En España, Cataluña incluida, no hay un solo estadista, pues se extinguieron hace décadas. De hecho, el último estadista que recuerdo en esta democracia española fue Adolfo Suárez. Eso sí, políticos tenemos para parar un tren. Y eso es lo que se podría hacer con ellos, ponerlos atados sobre una vía, a ver si son capaces de parar un AVE.
Por si alguien tiene alguna duda, aquí están las definiciones de la R.A.E. Sobre «político» está esta acepción: «Dicho de una persona: Que interviene en las cosas del gobierno y negocios del Estado», o ésta, «Actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos». Sobre «estadista» dice esto otro: «Persona con gran saber y experiencia en los asuntos del Estado».
Como ejemplos puedo poner varios. Recuerdo que se hablaba de lo mal político que era el expresidente Rodríguez Zapatero. Discrepo de esa opinión. Creo que, sinceramente, fue un gran político, pero que, por el contrario, fue el estadista más patético de la Historia de la Humanidad. Digo que fue un gran político porque fue capaz de convencer a una mayoría de españoles que lo votaran, incluso en dos ocasiones, cuando ni tenía programa, ni tenía idea alguna de lo que estaba haciendo y gobernó a base de ocurrencias, algunas llevadas a la práctica, como el inútil y gravoso «Plan E», y otras no, afortunadamente, como su intento de prohibición del vino. En el otro lado puedo poner como ejemplo a Winston Churchill, el Primer Ministro británico, que fue un gran estadista capaz de aunar esfuerzos para evitar que el Reino Unido sucumbiera ante la marea nazi, pero fue un mal político, porque con ese magnífico bagaje que poseía fue incapaz de convencer a los británicos para que lo votaran apenas dos meses terminada la guerra en Europa.
¿Y a qué viene todo esto?, os preguntaréis. Pues todo esto viene a colación al circo que se está montando en España con respecto a los resultados de las elecciones generales del 20 de diciembre. Me parece un espectáculo lamentable los intentos de Pedro Sánchez de mantenerse a flote. Realmente, no tiene mucha escapatoria. Si acaba gobernando el PP, su propio partido lo va a desahuciar. Si hay nuevas elecciones, todo indica que muchos más votos se van a escapar hacia Podemos, con lo que un nuevo resultado sería aún peor para el PSOE. Esto quiere decir que Pedro Sánchez está acabado políticamente hablando, ocurra lo que ocurra, a no ser que sea él el nuevo presidente. Y a eso se agarra como último recurso. Para ello incluso ha prestado cuatro senadores para que los dos partidos independentistas catalanes tengan grupo propio en el Senado, con todo lo que ello conlleva. Ha tenido críticas al respecto, pero no suficientes, a mi gusto. Es evidente que su idea es que esos dos partidos independentistas al menos se abstengan cuando él se presente a candidato para presidir un gobierno español, después de que Rajoy no lo consiga, lo que a todas luces parece que va a ocurrir.
Por lo tanto, Pedro Sánchez me parece un pésimo estadista, capaz de vender España con tal de que él mismo no se hunda. Creo que él prefiere gobernar una España sin Cataluña que irse de patitas a la calle, a buscarse la vida. Pero no es el único. Pienso que la gran mayoría de los políticos españoles son pésimos estadistas que sólo buscan su interés personal, dándoles un ardite lo que le ocurra al país. Ni que decir tiene que opino lo mismo de los políticos catalanes, que no les importa hundir a su propio pueblo con tal de conseguir salvarse de todos los problemas de corrupción que los persiguen. En este caso, en el de los políticos catalanes, se podría rescatar el dicho ese de «más vale ser cabeza de ratón que cola de león».
Y la demagogia sigue y sigue. Cada uno de los políticos hace la lectura que le da la gana de los resultados electorales. Luego nos preguntamos cómo es posible que haya imanes que tergiversen las escrituras sagradas musulmanas para perseguir sus ambiciones. ¡Pero si aquí ocurre lo mismo! Los catalanes dicen que en las elecciones ha ganado el «sí a la independencia», cuando no llegan al 48% de los votos favorables, y eso juntando varios partidos, cuyos votantes no tienen por qué estar de acuerdo con haberse coaligado. En las elecciones generales, los políticos del PSOE dicen que han obtenido un resultado histórico… será por lo bajo, puesto que han sido sus peores resultados electorales de la democracia. Y es que dicen que los españoles han votado el cambio… Pero vamos a ver, la gente cuando vota no piensa que uno se va a coaligar con éste sí y con éste no. Los resultados han sido claros: 122 diputados PP, 90 PSOE, 69 Podemos, 40 Ciudadanos, etc, etc, etc. Buscar otra lectura de los resultados electorales es simplemente hacer demagogia.
Y digo yo, ¿no se puede hacer lo más lógico? ¿No se puede dejar que gobierne el PP en minoría, que es el partido que ha ganado las elecciones, y que cada vez que quiera hacer una ley deba recurrir al resto de partidos y, por tanto, conseguir unas leyes más ecuánimes y a gusto de todos?
Pero, claro, una cosa es lo que quiera el pueblo y otra es que ellos deban abandonar sus ambiciones personales…

El Condotiero

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