Son dos palabras que, aunque en un principio son
parecidas, semánticamente hablando, realmente no tienen nada que ver. En
España, Cataluña incluida, no hay un solo estadista, pues se extinguieron hace
décadas. De hecho, el último estadista que recuerdo en esta democracia española
fue Adolfo Suárez. Eso sí, políticos tenemos para parar un tren. Y eso es lo
que se podría hacer con ellos, ponerlos atados sobre una vía, a ver si son
capaces de parar un AVE.
Por si alguien tiene alguna duda, aquí están las
definiciones de la R.A.E. Sobre «político» está esta acepción: «Dicho de una
persona: Que interviene en las cosas del gobierno y negocios del Estado», o ésta,
«Actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos». Sobre «estadista»
dice esto otro: «Persona con gran saber y experiencia en los asuntos del Estado».
Como ejemplos puedo poner varios. Recuerdo que se
hablaba de lo mal político que era el expresidente Rodríguez Zapatero. Discrepo
de esa opinión. Creo que, sinceramente, fue un gran político, pero que, por el
contrario, fue el estadista más patético de la Historia de la Humanidad. Digo
que fue un gran político porque fue capaz de convencer a una mayoría de
españoles que lo votaran, incluso en dos ocasiones, cuando ni tenía programa,
ni tenía idea alguna de lo que estaba haciendo y gobernó a base de ocurrencias,
algunas llevadas a la práctica, como el inútil y gravoso «Plan E», y otras no,
afortunadamente, como su intento de prohibición del vino. En el otro lado puedo
poner como ejemplo a Winston Churchill, el Primer Ministro británico, que fue
un gran estadista capaz de aunar esfuerzos para evitar que el Reino Unido
sucumbiera ante la marea nazi, pero fue un mal político, porque con ese
magnífico bagaje que poseía fue incapaz de convencer a los británicos para que
lo votaran apenas dos meses terminada la guerra en Europa.
¿Y a qué viene todo esto?, os preguntaréis. Pues todo
esto viene a colación al circo que se está montando en España con respecto a
los resultados de las elecciones generales del 20 de diciembre. Me parece un
espectáculo lamentable los intentos de Pedro Sánchez de mantenerse a flote.
Realmente, no tiene mucha escapatoria. Si acaba gobernando el PP, su propio
partido lo va a desahuciar. Si hay nuevas elecciones, todo indica que muchos
más votos se van a escapar hacia Podemos, con lo que un nuevo resultado sería
aún peor para el PSOE. Esto quiere decir que Pedro Sánchez está acabado
políticamente hablando, ocurra lo que ocurra, a no ser que sea él el nuevo presidente.
Y a eso se agarra como último recurso. Para ello incluso ha prestado cuatro
senadores para que los dos partidos independentistas catalanes tengan grupo
propio en el Senado, con todo lo que ello conlleva. Ha tenido críticas al
respecto, pero no suficientes, a mi gusto. Es evidente que su idea es que esos
dos partidos independentistas al menos se abstengan cuando él se presente a
candidato para presidir un gobierno español, después de que Rajoy no lo
consiga, lo que a todas luces parece que va a ocurrir.
Por lo tanto, Pedro Sánchez me parece un pésimo
estadista, capaz de vender España con tal de que él mismo no se hunda. Creo que
él prefiere gobernar una España sin Cataluña que irse de patitas a la calle, a
buscarse la vida. Pero no es el único. Pienso que la gran mayoría de los
políticos españoles son pésimos estadistas que sólo buscan su interés personal,
dándoles un ardite lo que le ocurra al país. Ni que decir tiene que opino lo
mismo de los políticos catalanes, que no les importa hundir a su propio pueblo
con tal de conseguir salvarse de todos los problemas de corrupción que los
persiguen. En este caso, en el de los políticos catalanes, se podría rescatar
el dicho ese de «más vale ser cabeza de ratón que cola de león».
Y la demagogia sigue y sigue. Cada uno de los
políticos hace la lectura que le da la gana de los resultados electorales.
Luego nos preguntamos cómo es posible que haya imanes que tergiversen las
escrituras sagradas musulmanas para perseguir sus ambiciones. ¡Pero si aquí
ocurre lo mismo! Los catalanes dicen que en las elecciones ha ganado el «sí a
la independencia», cuando no llegan al 48% de los votos favorables, y eso
juntando varios partidos, cuyos votantes no tienen por qué estar de acuerdo con
haberse coaligado. En las elecciones generales, los políticos del PSOE dicen
que han obtenido un resultado histórico… será por lo bajo, puesto que han sido
sus peores resultados electorales de la democracia. Y es que dicen que los
españoles han votado el cambio… Pero vamos a ver, la gente cuando vota no piensa
que uno se va a coaligar con éste sí y con éste no. Los resultados han sido
claros: 122 diputados PP, 90 PSOE, 69 Podemos, 40 Ciudadanos, etc, etc, etc.
Buscar otra lectura de los resultados electorales es simplemente hacer
demagogia.
Y digo yo, ¿no se puede hacer lo más lógico? ¿No se
puede dejar que gobierne el PP en minoría, que es el partido que ha ganado las
elecciones, y que cada vez que quiera hacer una ley deba recurrir al resto de
partidos y, por tanto, conseguir unas leyes más ecuánimes y a gusto de todos?
Pero, claro, una cosa es lo que quiera el pueblo y
otra es que ellos deban abandonar sus ambiciones personales…
El Condotiero
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