martes, 15 de agosto de 2017

La excusa de la democracia

             Desde hace varios años ya, observamos que España es un país desgobernado. Si hay algo que de verdad funciona es el excusismo, esto es el lanzar excusas a diestro y siniestro para todo. No sé si estaremos programados para ello, o será cosa de la dieta mediterránea o ya está en nuestro ADN desde tiempo inmemorial, pero está claro que desde pequeñitos, cuando nos portábamos mal, poníamos cualquier tipo de excusa para que la culpa no recayera en nosotros mismos.
            De tal forma, los que nos gobiernan, que son españoles, por desgracia, tienen bien aprendida la lección, después de tantos años de práctica, y acuden constantemente a las excusas para librarse de sus responsabilidades: que si Europa nos obliga a esto, que si Europa nos impide aquello... Lo mejor, que ya lo he comentado, es lo de no legislar en caliente, para cuando se esté en frío, como nadie se acuerda, tampoco se legisla... En fin, las excusas son muchas y variadas y sólo he puesto unos pocos ejemplos, para no estar contándolas una a una.
            El caso es que en este verano está pegando fuerte el tema de lo del Prat... sí, aquello por lo que los viajeros se tiran horas y horas en el aeropuerto de Barcelona, perdiendo vuelos, por culpa de una huelga de los servicios de seguridad, que en su día fueron privatizados. Claro, la cuestión principal es que los trabajadores de la empresa Eulen se sienten maltratados y exigen unas condiciones dignas. Después de haber leído lo que piden, me parece del todo procedente su huelga, ya que considero que están poco menos que esclavizados, aunque no creo que mucho más que otros empleados de otras empresas: es el signo de lo neoliberal, es decir, millones de personas cobrando pocos euros, mientras que unas pocas personas cobran millones de euros.
            Pero, como siempre ocurre en España, los que defienden un derecho lo hacen pasando por encima del derecho de los demás. No tenemos empatía, por tanto sólo nos importa lo nuestro, y esto lo sabemos aquí en Cádiz de sobra, con los montones de cortes del Puente Carranza por parte de los trabajadores de Astilleros. No es sólo por cuestión laboral, sino en todos los ámbitos de la vida: el que golfea a las tres de la mañana debajo de un balcón defiende su derecho a divertirse, pasando por encima del derecho al descanso del vecino.
            Y esto lo digo porque los trabajadores de Eulen tienen derecho a huelga, por supuesto, pero también tienen derecho a viajar los pasajeros que pierden los vuelos por culpa de dicha huelga. ¿Cómo conciliar ambos derechos? Ahí es donde entra la figura del gobernante, que debería ser árbitro de la situación y defender el derecho de ambos, sin cortapisas ni excusas para gobernar o legislar. Ése es el auténtico rol del Gobierno de cualquier país, de árbitro entre los pobres y ricos, entre los hombres y las mujeres, entre los empresarios y los trabajadores, entre el pueblo y la administración, entre las víctimas y los culpables...
            Yo no veo tan complicado el obligar a la empresa Eulen a remediar su problema con los trabajadores, primero con un convenio decente y después con unos servicios mínimos que no afecten al resto de la población que desea coger un vuelo. Si para ello la empresa debe gastar una buena cantidad de pasta en pagar a otros profesionales que (aunque sea la Guardia Civil) realicen el trabajo, además de abonar una multa por cada día de huelga de los trabajadores originales, a la vez que se le prohíbe despedirlos, ya veríamos si el problema se solucionaría antes de que nos diésemos cuenta.
            Pero al igual que con esto, hay muchas otras cuestiones a resolver que no se llevan a cabo por la excusa de turno. El pueblo es más razonable de lo que se piensa. Haber exaltados e idiotas haylos, como siempre y en todo lugar, pero son los menos, aunque sean los que más ruido hacen y, por tanto, a los que más se escucha. De tal forma, creo que es posible llegar a acuerdos que satisfagan a todos, aflojando de cada lado para que todas las partes estén contentas.
            ¿Qué pasa con la multitud de casos de corrupción? La corrupción en nuestro país es una lacra por la cual algunos listos se embolsan millones pertenecientes a todos. Si no te pillan, te forras; si te pillan, no pasa nada: un par de añitos en la cárcel y cuando salga tengo mi dinero a buen recaudo.
            Yo llevo defendiendo un tipo de justicia anticorrupción que evitaría que ésta existiera. Se trata de que el corrupto culpable cumpla la pena impuesta por el juez pero que, una vez terminada, deba abonar hasta el último céntimo robado para salir de la cárcel. Mientras no lo devuelva TODO, no sale. Así de sencillo.
            ¿Por qué no se hace? Excusas: que si no es constitucional, que si no es democrático, que si es inhumano... ¿No será, más bien, que los que legislan son los mismos y los amiguitos de los que nos roban los millones?
           ¿Por qué no nos levantamos ya contra las injusticias que vemos a diario? Hay un chaval que está encarcelado porque defraudó ochenta euros con una tarjeta de crédito robada hace varios años, mientras que el Urdangarín, con la misma pena, está disfrutando de vacaciones con su familia. ¿Es esto justo?
           ¿Por qué no hacemos nada? Pues por lo mismo que los políticos: excusas. No nos vamos a levantar contra nuestro gobierno, que es una democracia. No voy a protestar porque estoy viendo ahora Juego de Tronos y a mí no me ha pasado, sino a mi vecino.
            Eso sí, cuando te pase a ti querrás que el mundo entero, y si pueden ser los alienígenas también, te apoyemos ante la injusticia que sufras. Somos así, no podemos evitarlo, como los de Delphi que jamás apoyaron las reivindicaciones de sus compañeros de Astilleros pero cuando les cerraron a ellos el chiringuito querían que todos, incluidos los de Astilleros, nos levantásemos en masa para parar lo que ellos creían que era una injusticia.
           Y esto es lo que nos espera, puesto que no tenemos empatía alguna y sólo nos miramos nuestro culo. Más de lo mismo, porque no obligamos a nuestros legisladores a que se dejen ya de excusas y se dediquen a hacer aquello por lo que cobran bien cobrado.

            El Condotiero.

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