miércoles, 9 de noviembre de 2016

Susto o muerte

             Pues sí, parece ser que muchos se han llevado el gran susto de su vida una semana después de Halloween, y no precisamente por mediación de un payaso diabólico... ¿o sí?
             El caso es que las élites de la sociedad ven con malos ojos la elección de Trump por parte del pueblo norteamericano. De hecho, el mismo Ibex ha caído tres puntos nada más abrir sus puertas, con la noticia aún fresquita. Y es que parece que Hillary iba a cambiar el mundo a mejor, o al menos eso querían hacernos creer. Los «expertos» preguntados, todos, alucinan y se llevan las manos a la cabeza: ¿cómo ha sido posible tal despropósito? ¿Acaso el electorado norteamericano, quizá el más experimentado del planeta, no sabe lo que hace? ¿Qué ocurrirá a partir de ahora?
             Bien, son muchas preguntas y a lo que se deberían dedicar esos «expertos» es a analizarlas con profundidad y buen juicio, en lugar de decir tantas tontunas como estoy escuchando. En primer lugar habría que decir que realmente no estoy seguro de que sea un despropósito. Muchos electores han optado por el «ani-mal menor», parafraseando a Jack Aubrey en Master and Commander. Si te dan a elegir por apostar a quién ganaría en una carrera de cien metros lisos, tú querrías hacerlo por Usain Bolt, apuesta segura, pero si las opciones que te dan son entre el Cojo Manteca y una tortuga, las cosas cambian, ¿verdad? Pues eso mismo ha ocurrido en EEUU. No estoy del todo seguro que Hillary Clinton fuera mejor opción que Donald Trump, y no había otra posibilidad, por lo que era o la sartén o el cazo. De Trump han dicho de todo, pero me gusta en particular que sea proclive a sospechar de los informes gubernamentales sobre el 11-S, que estuviera en contra de la invasión de Irak, con todo lo que ello ha conllevado (inestabilidad general de la zona, aumento desmesurado del Islamismo, creación y consolidación del DAESH, etc), y que también haya criticado otras actuaciones hegemónicas del gobierno norteamericano. Por contra, la Hillary de la que todos hablan tan bien ha estado a favor de varias de las más sonadas cagadas exteriores de EEUU, como la ya mencionada invasión de Irak, la de Afganistán, el bombardeo de Serbia, el apoyo a la Primavera Árabe, etc... De hecho, si las figuras fuertes del republicanismo norteamericano han sido conocidas como los halcones, ella se ha ganado el sobrenombre del Halcón Demócrata, y por algo será.
             ¿Y por qué el electorado norteamericano, el más experimentado del planeta, ha cometido semejante error? Y digo que es el más experimentado porque, al fin y al cabo, es el que más años lleva eligiendo a sus representantes, no por otra cuestión. Habría que ver si el fallo del electorado es un error o no y para quien. Lo que los periodistas que se tiran de los pelos no llegan a comprender es que la población de la Civilización Occidental está muy cansada. No deberían, de ninguna manera, creer que los norteamericanos sean ahora populistas, o que los europeos sean neonazis, habida cuenta del ascenso de la ultraderecha europea, o que los españoles seamos trotskystas porque un partido como Podemos haya subido como la espuma en sólo un par de años. No, lo que los miembros de la cada vez más deprimida clase media occidental está cansada es de «más de lo mismo». La clase media es la que sufre los recortes; la que se ve abrumada por la presión fiscal, mientras los potentados, tanto políticos como empresariales meten su dinero en lugares como Panamá y Andorra; la que ve cómo sus impuestos son lapidados sin compasión sin que lleguen a revertirle de una forma ecuánime; la que ve cómo su capacidad adquisitiva va disminuyendo de forma gradual, mientras que proporcionalmente las grandes empresas y los grandes empresarios aumentan su poder económico sin freno alguno, puesto que los controles políticos que deberían equilibrar la balanza están rendidos a sus pies. ¿Qué quieren, pues, las fuerzas vivas de nuestra civilización, que también dominan la prensa? ¿Quieren que sigamos sin más votando a los mismos?, ¿para que sigan haciendo lo mismo? No, y deben dar gracias que no salimos a la calle reivindicando la era de las guillotinas. Hacemos lo que podemos, y es votar a alguien que quizá, y sólo quizá, no haga lo mismo que los anteriores. A ver si me comprenden, en principio entre Dios y el Diablo, prefiero a Dios, pero si éste me fustiga a cada minuto, probaré con el otro. Total, de perdidos al río.
             Pues esto tan sencillo parece ser que los «expertos» y demás analistas no son capaces de ver: el hastío de la baja clase media autóctona de los países occidentales.
              Terminando ahora con la última pregunta, ¿qué ocurrirá a partir de ahora? Pues desgraciadamente creo que nada. El sistema está tan bien montado, de forma que un loco no pueda hacerse con todas las riendas del poder de una nación, que su figura ha quedado casi en nada. Sería exagerar decir que Trump mandará menos que yo, pero... Recordemos todo lo que quería hacer Obama, que hasta recibió un Nobel de la Paz por sus intenciones, y que después de ocho años se ha quedado todo en aguas de borrajas. No, tranquilos, Trump no hará nada de nada, para bien o para mal, puesto que el sistema no se lo permitirá. Eso sí, le vendrá muy bien el carguito de cara a sus futuros negocios. Pero nada más.
             Resumiendo, que es gerundio y hay a los que les molesta, pues que los ricos pueden estar tranquilos porque seguirán siéndolo y los pobres continuaremos con nuestro enchabolamiento dirigido. Es lo que nos queda, puesto que peor sería que llegase un iluminado que cambiara las cosas, nos metiera en una guerra contra los enemigos de Occidente y acabáramos siendo carne de cañón, puesto que, no lo olvidemos, por mucho que en apariencia cambien las cosas, los ricos y sus hijos siempre se acaban librando de esos marrones, mientras que los demás somos los prescindibles de la población.

              El Condotiero

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