Me
gustaría redactar esta entrada con prudencia, que es algo de lo que a veces
carezco, lo reconozco. El motivo de ello es que no querría que nadie se
sintiese demasiado ofendido por mis palabras, aunque lo que voy a expresar ciertamente
posee carácter de crítica. Lo que suele ocurrir es que en muchas ocasiones
ofende más la forma en que se trata un tema que el tema en sí.
Resulta que, por mediación de un
antiguo profesor mío de Historia, con el cual me une cierta amistad, he acudido
a un taller de Historia Actual que se ha iniciado en la facultad. La verdad es
que hacía tiempo que no la pisaba y tenía cierto interés, ya que la Historia me
apasiona. Aun no estando metido en ese mundillo, que abandoné hace muchos años,
siempre es bueno poder aprender de los demás. Creo que este tipo de talleres
pueden ser importantes para los diálogos que allí se puedan establecer, pero me
ha sorprendido que el tema en cuestión no haya cambiado en los últimos 20 años:
la memoria histórica.
Tengo una opinión muy clara respecto
a la labor de los historiadores. Es imposible que un historiador sea objetivo,
eso es evidente, claro, porque desde que éste elige el tema sobre el cual
investigar ya está actuando con subjetividad, escogiendo tal tema en lugar de
otro. Pero eso no niega la obligación que yo creo que debe tener cualquier
historiador, y es la de intentar ser objetivo. Después no lo conseguirá, pero
debe intentarlo. Lo que no concibo es el caso que me he encontrado en ese
taller. Un doctorando, que expuso una ponencia, me comentó que está interesado
en el tema de la memoria histórica, sobre la cual va a preparar su tesis
doctoral. A mi pregunta de si estaba interesado en la memoria histórica general
o sólo en la partidista, me puso cara de no comprensión. Le expliqué que la
memoria histórica general es aquella que estudia todos los asesinatos que hubo
durante la Guerra Civil y la posguerra, mientras que la memoria histórica
partidista es aquella que sólo estudia los de un bando (al otro que le den). Me
contestó que, evidentemente, a él le interesaba la memoria histórica
partidista, aquélla que con tanto ahínco se estudia en la facultad de Filosofía
y Letras de Cádiz, es decir, los asesinados por el bando golpista (Franco y sus
adláteres).
Yo, como no podía ser de otra
manera, torcí mis labios de forma expresiva, pero no tanto para resultar hiriente,
diciéndome a mí mismo: «otro que se apunta al carro, porque si no, no le
publican». Después le solté al susodicho doctorando que la Historia debería ser
objetiva, por lo que si sólo investiga la memoria histórica partidista no está
siéndolo. Su respuesta sí que me dejó callado (alguien lo ha conseguido, por
fin): «pero es que yo soy subjetivo y mi fin no es la objetividad, puesto que
no hago la tesis desde un punto de vista histórico, sino antropológico». Toma
ya. Si me quedé callado no fue porque me tumbase con una frase, es porque ante
una tergiversación consciente y convencida, poco se puede contraponer.
Yo no es que esté particularmente
interesado en el tema de la memoria histórica, pero si lo estuviera no leería
jamás un trabajo de alguien que, ya desde el principio, te está avisando que él
es subjetivo, por lo que su trabajo también. Hemos sufrido 40 años de mentiras,
tergiversación y subjetividad por parte del régimen franquista, luego otros 40
años de silencio, debido a que las heridas suturadas en 1978 tenían que cerrarse
del todo, por lo que la gente hablaba con la boca pequeña. Ahora, que van a
pasar esos 80 años (lo hará el 18 de julio de 2016), no estoy dispuesto a pasar
otros 40 años de mentiras, tergiversación y subjetividad, pero ahora por parte
del otro lado, o los que quieren verse a sí mismos como los sucesores de los
otrora perdedores de la Guerra Civil.
Porque ésa es otra. Ahora todos se
ven como sucesores de los otrora perdedores de la Guerra Civil. Como yo suelo
decir, acudiendo a la demografía histórica, en 1975 se produjo el mayor
descenso de población en la Historia de España, ya que había solamente 7
habitantes (mis padres, mis tres hermanos, Franco y yo) y murió uno de ellos,
Franco, con lo que la población española se redujo en un 15%. Y esto fue así
porque el resto estaban exiliados o en la cárcel, o al menos es la sensación
que yo tengo cuando escucho hablar a la gente que vivió esa época. Claro, al
año siguiente se produjo, igualmente, el mayor aumento de la población de la
Historia de España, multiplicándose de forma inaudita, al volver los 30
millones de exiliados que había en el extranjero.
Guasas aparte, creo que somos ya suficientemente
mayorcitos y la democracia está bastante implantada en nuestro país para
intentar hacer una Historia verdadera, objetiva, de lo que ocurrió en la Guerra
Civil y en su inmediata posguerra. Lo que no me parece de recibo es escuchar
comentarios como los del otro día, y en boca de todo un doctor, según el cual
la Guerra Civil comenzó realmente en 1937, supongo que entendiendo que en los
seis meses anteriores, desde el semifallido golpe de estado, los bandos
estarían formándose aún. Eso no es estar equivocado, eso es faltar
absolutamente a la verdad, tergiversando la Historia en su propio interés, para
redundar en la atrocidad de los asesinatos que se produjeron por parte del
bando golpista en el verano del 36. Nadie discute que se cometieron miles de
asesinatos por parte de los golpistas, y nadie discute que fueron atroces, pero
no lo van a ser menos por reconocer que esos asesinatos estaban encuadrados
dentro del marco de la Guerra Civil, y tampoco lo van a ser menos por reconocer
que el otro bando también los cometió, y de la misma manera e igual de atroces.
Y no me vale que en las charlas se quisiera poner en valor «el tratamiento peor
que a perros que se dio a los cadáveres, enterrándoles sin ceremonia en fosas
comunes», porque sería noticia si hubiera sido de otra forma. ¿Alguien conoce
algún caso en la Historia de asesinatos políticos dentro de una guerra civil y
posterior enterramiento en fosas comunes donde los cadáveres fueran tratados
con respeto?
Por eso pienso que los revisionistas
de hoy en día se deberían revisar a sí mismos y a los objetivos que desean
conseguir, ya que si queremos tratar con respecto a los muertos de aquella
barbarie, opino que la mejor forma de hacerlo es contando la verdad, la
absoluta verdad, duela a quien duela, y no tergiversar los hechos sólo por
conveniencia personal, para que un político saque más votos, un historiador se
coloque más medallitas de ultrarepublicano
o un doctorando consiga que así le publiquen su tesis.
El Condotiero
¿En el 37? ¿que le tocó el doctorado con un Tigretón?
ResponderEliminarYo siempre he opinado lo mismo que usted, y de hecho, la primera vez que oí hablar de la Memoria Histórica, pensé que trataba los dos bandos, porque en los dos hubo asesinatos. Pero estaba muy equivocado y sólo se trataba el tema de siempre. En mi familia se persiguieron por ambos lados y mataron por ambos lados.
A fin de cuentas, todos son personas. No es de recibo hacer, como me enteré no hace mucho, de encontrar una fosa común de fusilados y volverlos a tapar porque no habían sido asesinados por los franquistas. ¿A dónde vamos a llegar?
La memoria histórica es un invento del presidente Zapatero, que proviene de su más profundo odio a esa época, achacando a los franquistas la la muerte de su abuelo, cuando se sabe que su abuelo murió en el levantamiento minero de 1934, 2 años antes del comienzo de la Guerra Civil, y que, por tanto, fue muerto por republicanos. Aparte de eso, comprendo el tema de la memoria histórica, puesto que los asesinados de derechas, en su mayoría, tuvieron su reconocimiento durante el franquismo, no así los de izquierdas. Pero eso no quiere decir que los asesinados por parte de comunistas o anarquistas no fueran personas y no tuvieran familia que les llorase, por eso lo que ocurrió en la provincia de Jaén, echándole tierra a una fosa de asesinados por el bando comunista, es desquiciante. Pero así hacemos las cosas en España, y somos muy buenos odiando. Los arqueólogos de la memoria histórica se defendieron diciendo que no era el objeto de su estudio y no tenían fondos para ello. Y se quedaron tan anchos.
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