Desde
hace varios años ya, observamos que España es un país
desgobernado. Si hay algo que de verdad funciona es el excusismo,
esto es el lanzar excusas a diestro y siniestro para todo. No sé si
estaremos programados para ello, o será cosa de la dieta
mediterránea o ya está en nuestro ADN desde tiempo inmemorial, pero
está claro que desde pequeñitos, cuando nos portábamos mal,
poníamos cualquier tipo de excusa para que la culpa no recayera en
nosotros mismos.
De
tal forma, los que nos gobiernan, que son españoles, por desgracia,
tienen bien aprendida la lección, después de tantos años de
práctica, y acuden constantemente a las excusas para librarse de sus
responsabilidades: que si Europa nos obliga a esto, que si Europa nos
impide aquello... Lo mejor, que ya lo he comentado, es lo de no
legislar en caliente, para cuando se esté en frío, como nadie se
acuerda, tampoco se legisla... En fin, las excusas son muchas y
variadas y sólo he puesto unos pocos ejemplos, para no estar
contándolas una a una.
El
caso es que en este verano está pegando fuerte el tema de lo del
Prat... sí, aquello por lo que los viajeros se tiran horas y horas
en el aeropuerto de Barcelona, perdiendo vuelos, por culpa de una
huelga de los servicios de seguridad, que en su día fueron
privatizados. Claro, la cuestión principal es que los trabajadores
de la empresa Eulen se sienten maltratados y exigen unas condiciones
dignas. Después de haber leído lo que piden, me parece del todo
procedente su huelga, ya que considero que están poco menos que
esclavizados, aunque no creo que mucho más que otros empleados de
otras empresas: es el signo de lo neoliberal, es decir, millones de
personas cobrando pocos euros, mientras que unas pocas personas
cobran millones de euros.
Pero,
como siempre ocurre en España, los que defienden un derecho lo hacen
pasando por encima del derecho de los demás. No tenemos empatía,
por tanto sólo nos importa lo nuestro, y esto lo sabemos aquí en
Cádiz de sobra, con los montones de cortes del Puente Carranza por
parte de los trabajadores de Astilleros. No es sólo por cuestión
laboral, sino en todos los ámbitos de la vida: el que golfea a las
tres de la mañana debajo de un balcón defiende su derecho a
divertirse, pasando por encima del derecho al descanso del vecino.
Y
esto lo digo porque los trabajadores de Eulen tienen derecho a
huelga, por supuesto, pero también tienen derecho a viajar los
pasajeros que pierden los vuelos por culpa de dicha huelga. ¿Cómo
conciliar ambos derechos? Ahí es donde entra la figura del
gobernante, que debería ser árbitro de la situación y defender el
derecho de ambos, sin cortapisas ni excusas para gobernar o legislar.
Ése es el auténtico rol del Gobierno de cualquier país, de árbitro
entre los pobres y ricos, entre los hombres y las mujeres, entre los
empresarios y los trabajadores, entre el pueblo y la administración,
entre las víctimas y los culpables...
Yo
no veo tan complicado el obligar a la empresa Eulen a remediar su
problema con los trabajadores, primero con un convenio decente y
después con unos servicios mínimos que no afecten al resto de la
población que desea coger un vuelo. Si para ello la empresa debe
gastar una buena cantidad de pasta en pagar a otros profesionales que
(aunque sea la Guardia Civil) realicen el trabajo, además de abonar
una multa por cada día de huelga de los trabajadores originales, a
la vez que se le prohíbe despedirlos, ya veríamos si el problema se
solucionaría antes de que nos diésemos cuenta.
Pero
al igual que con esto, hay muchas otras cuestiones a resolver que no
se llevan a cabo por la excusa de turno. El pueblo es más razonable
de lo que se piensa. Haber exaltados e idiotas haylos, como siempre y
en todo lugar, pero son los menos, aunque sean los que más ruido
hacen y, por tanto, a los que más se escucha. De tal forma, creo que
es posible llegar a acuerdos que satisfagan a todos, aflojando de
cada lado para que todas las partes estén contentas.
¿Qué
pasa con la multitud de casos de corrupción? La corrupción en
nuestro país es una lacra por la cual algunos listos se embolsan
millones pertenecientes a todos. Si no te pillan, te forras; si te
pillan, no pasa nada: un par de añitos en la cárcel y cuando salga
tengo mi dinero a buen recaudo.
Yo
llevo defendiendo un tipo de justicia anticorrupción que evitaría
que ésta existiera. Se trata de que el corrupto culpable cumpla la
pena impuesta por el juez pero que, una vez terminada, deba abonar
hasta el último céntimo robado para salir de la cárcel. Mientras
no lo devuelva TODO, no sale. Así de sencillo.
¿Por
qué no se hace? Excusas: que si no es constitucional, que si no es
democrático, que si es inhumano... ¿No será, más bien, que los
que legislan son los mismos y los amiguitos de los que nos roban los
millones?
¿Por
qué no nos levantamos ya contra las injusticias que vemos a diario?
Hay un chaval que está encarcelado porque defraudó ochenta euros
con una tarjeta de crédito robada hace varios años, mientras que el
Urdangarín, con la misma pena, está disfrutando de vacaciones con
su familia. ¿Es esto justo?
¿Por
qué no hacemos nada? Pues por lo mismo que los políticos: excusas.
No nos vamos a levantar contra nuestro gobierno, que es una
democracia. No voy a protestar porque estoy viendo ahora Juego de
Tronos y a mí no me ha pasado, sino a mi vecino.
Eso
sí, cuando te pase a ti querrás que el mundo entero, y si pueden
ser los alienígenas también, te apoyemos ante la injusticia que
sufras. Somos así, no podemos evitarlo, como los de Delphi que jamás
apoyaron las reivindicaciones de sus compañeros de Astilleros pero
cuando les cerraron a ellos el chiringuito querían que todos,
incluidos los de Astilleros, nos levantásemos en masa para parar lo
que ellos creían que era una injusticia.
Y
esto es lo que nos espera, puesto que no tenemos empatía alguna y
sólo nos miramos nuestro culo. Más de lo mismo, porque no obligamos
a nuestros legisladores a que se dejen ya de excusas y se dediquen a
hacer aquello por lo que cobran bien cobrado.
El
Condotiero.
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