(Advertencia:
entrada no apta para mentes sensibles)
Recomiendo
encarecidamente la lectura de la novela de ciencia ficción Starship
Troopers, del autor norteamericano Robert A.Heinlein (por
favor, no confundir con la película del mismo nombre del director
Paul Verhoeven, que aunque fuera divertida, sólo se trató de una
pésima adaptación de la novela). Si lo hago no es porque su trama
me parezca estupenda, sino por su explicación del sistema político
existente en una hipotética sociedad futura del planeta Tierra. No
voy a destripar la novela, muy cortita y que se lee en dos tardes,
pero lo importante para esta entrada es la vigencia de un Estado
Mundial, que salió de las guerras que se iniciaron al final del S.XX
entre rusos, europeos y americanos por una parte, contra chinos y
árabes por la otra. No debemos olvidar que la novela fue publicada
en 1959, en plena Guerra Fría, y ya allí anticipaba una lucha de
civilizaciones en la que Rusia se posicionaría junto a los países
occidentales.
Yendo
al meollo de la cuestión: la sociedad mundial nacida tras esa guerra
se basa en un sistema democrático en el cual sólo tienen derecho al
voto todos aquellos que hayan realizado el servicio militar. Éste
dura tres largos años, tanto para hombres como para mujeres, y en el
cual aprenden a convivir, a sacrificarse por los demás, a trabajar
en equipo, a pensar en el bien común y no sólo en ellos, etc, etc.
Al terminar el servicio militar, los hombres y mujeres pueden
reincorporarse a la sociedad, crecidos como personas, y ganan el
derecho al voto y a poder tener hijos. Es decir, una pareja que no
haya realizado el servicio militar tiene prohibido concebir hijos, ni
siquiera por métodos naturales. Se supone que una pareja así, al no
haber realizado el servicio militar y, por tanto, no haber aprendido
los valores necesarios para pertenecer a la sociedad como miembro de
pleno derecho, no posee tampoco las capacidades educacionales mínimas
para criar a niños con plena garantía de éxito. En un planeta ya
superpoblado, también es una forma de control de la natalidad.
Recordemos
que es una visión de un escritor de una sociedad futura y que es del
año 1959. No quiero decir que en nuestro planeta Tierra tengamos que
llegar a esto, pero es sintomático que las parejas más preparadas
intelectualmente y con más recursos económicos no estén teniendo
hijos, o a lo sumo sólo uno, mientras que parejas casi analfabetas y
con escasos medios económicos tengan cinco o seis churumbeles, a los
cuales no les pueden enseñar nada, puesto que los padres nada saben.
Y
con respecto a lo del voto, es el momento de entrar en profundidad.
Lo de «un hombre, un voto» es una mentira universal que tomamos
como medida de la democracia. Para empezar, para que vean si es
errónea esta afirmación, se promulgó cuando la idea era del todo
literal, es decir, cuando las mujeres no podían votar. ¡A ver quién
es el guapo que dice ahora que las mujeres no puedan votar! Por lo
tanto, desechemos esa idea de una vez por todas.
¿Por
qué el voto de un asesino múltiple debe valer lo mismo que el de un
hombre o mujer de bien, que paga de forma regular sus impuestos,
educa a sus hijos admirablemente y practica la empatía en todos y
cada uno de los momentos de su vida? No es lógico ni ecuánime.
Debemos desterrar de nuestro cerebro el concepto de que todos somos
iguales, porque no es cierto. Ni siquiera a la hora de nacer, pero lo
que más nos diferencia a los unos de los otros son las acciones que
libre y deliberadamente hemos tomado a lo largo de nuestra vida, y
las que nos queden por tomar.
Como
nuestro sistema actual no funciona... (no, no funciona, creo que es
algo que vemos todos los días: justicia injusta; paro desorbitado;
muerte anunciada de las pensiones; corrupción generalizada y
galopante; políticos demagogos; aumento desmesurado de la distancia
entre ricos y pobres; etc.) Bueno, como iba diciendo, ya que nuestro
sistema actual no funciona, hay que buscar nuevos métodos con los
que poder autogobernarnos, es decir, que nosotros con nuestras
decisiones seamos quienes aupemos en el poder a los que nos
gobiernen, pero claro, no con un papelito inútil que no refleja para
nada nuestras diferentes aportaciones a la sociedad de la que
formamos parte.
Sin
llegar a los extremos de la sociedad que Heinlein retrata en su
novela, llevo mucho tiempo pensando que sí que posee ciertas
características encomiables, por lo menos en lo referente a la valía
del voto. No a la valía del voto per se, sino a la valía de
los individuos que ejercen su derecho a voto.
Así,
teniendo en cuenta que en realidad nuestros votos no valen lo mismo
(si alguien tiene alguna duda, que lea mi entrada Una
ley electoral incoherente), deberíamos buscar sistemas
electorales más justos y más eficientes, olvidándonos ya del
manido una persona=1 voto, que ya sabemos que es inútil y torpe.
Yo,
humildemente, he confeccionado una tabla en la que cada persona mayor
de 16 años debería sumar sus líneas para conocer (y el Gobierno
también) el número de votos que a su nombre están dispuestos. De
tal forma, si alguien tiene, por ejemplo, 8 votos, puede usarlos para
votar a un mismo partido o dividirlos como quisiera, aunque sería
poco útil y probable. Abajo aparece la tabla en la que se
contabilizan los votos que cada poseedor de N.I.F. suma:
Por poseer N.I.F. | 1 voto |
Por carecer de antecedentes penales | 1 voto |
Por poseer estudios de secundaria (bachillerato o F.P.) | 1 voto |
Por cada licenciatura que se posea | 1 voto |
Por cada doctorado que se posea | 1 voto |
Por poseer un puesto de trabajo y pagar impuestos | 1 voto |
Por tener trabajadores a su cargo (Seguridad Social) | 1 voto |
Por tener más de 10 trabajadores a tu cargo (Seguridad Social) | 1 voto |
Por tener más de 100 trabajadores a tu cargo (Seguridad Social) | 1 voto |
Por tener más de 1.000 trabajadores a tu cargo (Seguridad Social) | 1 voto |
Por haber realizado 100 o más horas de voluntariado social en el último año | 1 voto |
Por haber donado sangre en 12 o más ocasiones en el último año | 1 voto |
Por tener el carné de donante universal de órganos | 1 voto |
Por tener publicadas obras de divulgación científica, histórica o filosófica | 1 voto |
Por haber realizado el antiguo servicio militar o haber sido militar profesional | 1 voto |
Por haber participado como militar en misiones en el extranjero | 1 voto |
Por haber participado como voluntario de una ONG en misiones en el extranjero | 1 voto |
Por tener una o más personas a tu cargo (dependencia) en el último año | 1 voto |
Por haber salvado al menos una vida en el último año (demostrable) | 1 voto |
Por cada hijo escolarizado que el curso anterior aprobase todas las asignaturas | 1 voto |
Por estar cumpliendo condena | -3 votos |
Por estar apartado de las funciones públicas | -2 votos |
Evidentemente,
esto es sólo un ejemplo de cómo se podría hacer. Podría haber más
o menos filas en esta tabla, o los varemos ser diferentes; para eso
habría que estudiarla en profundidad y llegar a un consenso...
espérense, por favor, que me está dando la risa... ya... ah, no...
ya, ahora sí... Pues eso, pero con cabeza, que para algo la tenemos
y no sólo para peinarnos.
Con
ello quiero decir que no acepto tonterías del tipo «se nota que
tiras para los empresarios, porque has puesto muchos votos para
ellos». Bien, sí es verdad que les he puesto alguna línea de voto,
pero es que son ellos los que enriquecen al país, aunque eso no
quiere decir que sean los que corten el bacalao. Para poner un
ejemplo: imaginemos un empresario que sea doctor en economía y que
tenga 1.001 trabajadores. Bien, pues este señor tendría un voto por
tener N.I.F.; supongamos que carece de antecedentes penales, otro
voto; como tiene un doctorado, ha terminado la secundaria y también
es licenciado, claro, por lo que son 3 votos más; tiene trabajo
(autónomo) y paga sus impuestos, 1 voto; tiene trabajadores a su
cargo, 1 voto; tiene más de 10 trabajadores a su cargo, 1 voto más;
tiene más de 100 trabajadores a su cargo, otro voto; y tiene más de
1.000 trabajadores a su cargo, por lo que totaliza 10 votos. Parece
mucho, pero es que sus 1.001 trabajadores sólo por tener el N.I.F. y
pagar sus impuestos, ya suman 2.002 votos. Así que díganme ustedes
qué tontería sería ésa de que el empresario cortaría el bacalao.
Estamos hablando de 10 votos contra 2.002, está claro quién influye
más en una sociedad, ¿no?
Es
muy difícil no poseer al menos un voto con esta lista, para ello una
persona tendría que ser prácticamente analfabeta y además estar
cumpliendo condena en la cárcel. Bueno, no creo que una persona con
tales características deba influir en mi futuro, la verdad, ni en el
de los demás. Claro, ahora vendrán otros que me llamarán fascista
por pensar así... ¡Ojo!, serán los mismos que se llenan la boca
con la palabra «democracia» pero admiran formas de gobierno como
las de Cuba y Venezuela, que o no hay voto directamente o si hay
algún plebiscito es para conseguir papel higiénico, porque otra
cosa ya me dirán ustedes.
Y
no se confundan: no estoy diciendo que el sistema por mí plasmado
aquí sea la panacea que arreglara todos nuestros problemas. No, no
soy ni tan necio ni tan soberbio, sino que es simplemente un sistema
mejor que el que hay, aunque no tiene por qué ser el mejor, ni mucho
menos. Ojalá esta entrada sirviera para abrir un debate a escala
nacional sobre qué método sería el mejor para nuestra futura
democracia y que no se quedara en agua de borrajas. Ojalá.
Pero
sigo sin ser ni un necio ni un soberbio, por lo que sé que me leéis
cuatro gatos (eso sí, no gatos cualquiera, sino con pedigrí), que
la mayoría no estaréis de acuerdo con mis ideas y que, aunque no
fuera así, a nuestros políticos, banqueros, grandes empresarios en
general, les interesa mantener el sistema actual, porque les va de
maravilla gracias a él.
El
Condotiero
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