Mi
deseo no es otro que continuar con la idea del gran José Saramago...
ah, ¿que no saben a qué me refiero? No importa, les invito a
escucharlo aquí.
Claro,
que yo también he dicho cosas parecidas en este mi blog, con otras
palabras y de forma diferente, tampoco siendo el único, pero la
mayoría no somos escuchados y los que deberían hacerlo no quieren,
puesto que el sistema actual es el que les conviene.
Sí
estamos en Matrix, porque vivimos en una sociedad, la occidental, en
la que creemos que hay democracia, justicia y libertad. Comencemos
por la democracia. Su definición por la RAE es: forma de gobierno en
la que el poder político es ejercido por los ciudadanos. ¿De verdad
que esta definición se ajusta como un zapato a los sistemas
políticos que abundan en las naciones pertenecientes a la
civilización occidental?
Quizá
esté equivocado, pero yo creía que la democracia en España se
trata de que una vez cada cuatro años, y en cada peldaño de
gobernación, vamos a unas urnas a depositar nuestro voto y nuestra
confianza a un partido político (los cuales, en su gran mayoría,
carecen de democracia interna), para que nos represente durante la
siguiente legislatura.
Punto
pelota. No hay más democracia. Al menos en nuestro país. Eso no se
corresponde con la definición de la RAE sobre la «democracia». Ah,
sí, que hay un método por el cual los ciudadanos pueden reunir
firmas para presentar ante el Congreso una propuesta de ley, pero
esto es trabajoso y, normalmente, ineficaz, porque al final son los
diputados (350 como mucho) los que deciden si los cientos de miles o
millones de firmas se tiran a la papelera o no.
Ya
he comentado en entradas anteriores que deberíamos tener más en
cuenta al ciudadano y también a los avances tecnológicos. Parece
ser que estos últimos sólo son aprovechados por el gobierno de
turno para que no se escape ninguna multa de tráfico o de la
seguridad social, pero se desestima para poder crear una democracia
real. En la actualidad, con una inmensa mayoría de población con
acceso continuo a Internet y toda, prácticamente, que podría
tenerlo de forma puntual, no sé a qué esperan para gobernar a base
de plebiscitos semanales por esa vía.
No
se hace no porque sea complicado, sino porque es evidente que a
nuestros políticos no les interesa. Yo comento, y no en tono de
guasa, que lo que tenemos es una dictadura (o mejor una oligarquía)
que dura cuatro años. Votamos a nuestro dictador y su séquito por
cuatro años. Y no es ninguna perogrullada. Votamos a alguien que
creemos que nos va a representar fielmente y va a luchar por nuestros
intereses, contando para ello con algo que se denomina programa
electoral. O sea, les votamos por lo que nos prometen que van a hacer
durante los próximos cuatro años, pero está demostrado que en esos
años van a hacer lo que les da la gana y no tenemos medio alguno
(exceptuando guillotinas, que, al parecer, están muy mal vistas)
para deponer a los sinvergüenzas y aprovechados que nos mienten y
nos malgobiernan durante esos fatídicos cuatro años.
Así,
no nos queda otra que esperar a que terminen para volver a empezar,
escuchar mentiras electorales, depositar de nuevo la confianza en ese
partido político (que nos promete enmendarse) o en otro (que nos
promete derogar los patazos del anterior), y otra vez ser engañados.
Así llevamos cuarenta años en España.
Hay
muchos que dicen que es el mejor sistema que existe y no tenemos más
remedio que amoldarnos a él y, si acaso, cambiar las cosas desde
dentro. Primero, que no es el mejor sistema que existe, porque ya he
explicado yo uno mejor, el de los plebiscitos para todo vía
Internet; y segundo, que las cosas no se pueden cambiar desde dentro,
porque cuando entras en ese sistema, es decir, te haces político, el
lado oscuro es demasiado poderoso para rechazarlo y entre dietas,
tres por cientos, chóferes, putas y coca, es muy difícil que la
honradez triunfe.
Además,
como dice Saramago, los gobiernos occidentales actuales tiene muy
escaso poder, puesto que son los grandes organismos y corporaciones
mundiales los que gobiernan a los que nos gobiernan. Que si el FMI,
que si la OCDE, que si la Troika... Hay tantos que están por encima
de nuestro Presidente del Gobierno que no podemos estar seguros de su
independencia y capacidad de decisión, y todos aquellos que están
por encima de él son personas que no han sido elegidas
democráticamente. Por tanto, ¿quién nos gobierna? ¿Alguien lo
sabe?
Con
respecto a la justicia, siempre hemos sabido y siempre sabremos que
la justicia no es igual para todos, es lenta e ineficaz y, para
colmo, en nuestro país no es independiente, al no existir la
consabida separación de poderes.
La
única forma en que la justicia fuera independiente sería que sus
más altos representantes fueran elegidos por el pueblo, vía
Internet también, con mandatos finitos y con cuentas que rendir al
pueblo.
¿Y
la libertad? Me río de la libertad en un Estado donde no hay
democracia real y la justicia está obsoleta. Y a los hechos me
remito: ¿qué pasa cada vez que un loco estrella un avión contra un
edificio o un camión contra una multitud? Más recortes de libertad
y todos aplaudimos en aras de nuestra seguridad. Lo dicho, puro
Matrix.
Pero,
como ocurre con esa ficción realista, o con esa realidad ficcional,
el que se la crea que continúe viviendo su felicidad, impostada, sí,
pero felicidad al fin y al cabo.
El
Condotiero
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