¡Qué idea tan maravillosa aquélla en la que todos
pudiéramos vivir cómodamente del fruto de nuestro trabajo sin que unos
individuos estuvieran por encima de otros! Soy fan convencido de la bonanza de
dicha idea y admiro a sus más persistentes seguidores, más que nada por la
ingenuidad de la que hacen gala que por otra cosa.
¿Es irrealizable dicha idea del Comunismo? No, puesto
que lo vemos que funciona en las colonias de hormigas y de abejas. Pero… ¿por
qué no funciona con el hombre? Ah… ésa es otra cuestión. El Comunismo es tan
maravilloso como utópico. La teoría es genial, en la práctica es irrealizable,
simplemente porque hay un factor que fastidia la ecuación: el propio hombre.
Sólo hay que estudiar la historia de los regímenes
comunistas habidos en el planeta para darse cuenta que no sólo han sido
fallidos, sino también nefastos hasta sus últimas consecuencias: exceptuando a
Hitler, los más grandes asesinos de la Historia de la Humanidad han perpetrado
sus crímenes bajo la bandera del Comunismo.
Que sí, que el comunismo teórico sería maravilloso,
pero para ello tendría que ser de corte mundial, ya que si únicamente se
practicase en un país o continente, el resto acabarían superándolo, como nos lo
ha enseñado la Historia. En un régimen comunista mundial, con más de 7.000
millones de súbditos, bastaría con que sólo uno de ellos fuera más ambicioso de
la cuenta o egoísta para que todo el entramado se viniera abajo. Creo que es
demasiado esperar de una imperfecta Humanidad, ¿no creen?
Me gustaría hacer un ejercicio de imaginación, para
que pudiéramos entender cómo funciona esto de la economía y la mentalidad de
las personas. Imaginemos, pues, que en un planeta cualquiera, pongamos éste,
con 7.000 millones de personas, se plantease la posibilidad de repartir los
fondos que existen entre todos. Como el presupuesto anual del globo supera con
creces los 7.000 millones de millones de $, eso significaría que sólo con el
presupuesto de un año se podría repartir más de un millón de $ a cada persona.
¿Eso que significa? Sencillamente que todos y cada uno de nosotros pudiéramos
ser millonarios y que la riqueza está muy mal repartida.
Sigamos con la hipótesis del reparto. Puesto que cada
uno de nosotros tendríamos más de un millón de $ en nuestra cuenta y todos
seríamos ricos, ¿quién trabajaría? Aparte del problema de la caída fulgurante del
sistema, al ser todos ricos, os puedo asegurar que la riqueza no duraría más de
un día. Sería el día en que más hambre pasáramos de nuestra vida, aun siendo
ricos. Si nadie trabaja, al ser rico, ¿cuánto costaría una barra de pan? Las
pocas que se cocieran tendrían un coste desorbitado, por lo que los más despiertos
volverían de nuevo a hacerse con el dinero de los demás, ya que siempre ha
habido, y habrá, visionarios y listos cuya principal virtud recae en quedarse
con el dinero de los que los rodean.
Entonces ya vemos que el reparto equitativo y
generalizado no es algo viable, porque la cabra tira al monte y, como reza el
dicho español, «el que parte y reparte, se lleva la mejor parte». La única
solución es, pues, volver al manido fruto del trabajo. Todos deben vivir por el
esfuerzo de su trabajo, en lo que sea. Pero, para que no haya desigualdades,
todos deben cobrar lo mismo, para que no se vuelva a repetir la injusta
sociedad de clases. ¿Qué pasa? Pues que está ya más que demostrado que ese
método tampoco funciona. Juan Eslava Galán comenta (en su libro Una historia de la guerra
civil que no va a gustar a nadie) el caso de la vedette mejicana
Margarita Carvajal cuando en Madrid, durante la Guerra Civil, se intenta
imponer el salario único que iguale a todos los trabajadores de la empresa:
«como cobramos lo mismo, hoy he pensado que la señora de los retretes salga al
escenario mientras yo atiendo los retretes». Y con razón, puestos que a cobrar
lo mismo es mejor ser barrendero que neurocirujano, ya que conlleva menos
responsabilidad y la preparación necesaria para el puesto es infinitamente
menor.
Realmente, no existen ni existirán sociedades humanas
justas. Es una auténtica falacia, ya que los seres humanos son distintos unos
de otros y ese factor siempre acabará determinando nuestra posición. Pero no
sólo con los seres humanos, puesto que con los animales ocurre lo mismo: los
más aventajados, tanto físicamente como por inteligencia, son los que mejor
comen, debido al éxito en sus expediciones de caza o recolectando brotes
tiernos, a la vez que son los que más se reproducen y continúan con el
reforzamiento evolutivo de la especie.
Pero… ¿es obligatorio que las sociedades humanas se
basen en un gran estrato de población pobre? Lamentablemente es así, aunque no
hace falta que la gente sea pobre de solemnidad, sino que sea lo bastante pobre
para tener que trabajar a diario con el objetivo de llevar la comida a casa y
pagar los impuestos. Si todos fuéramos ricos ya hemos visto que el sistema se
caería por sí solo y volveríamos a la época de las cavernas, al no trabajar
nadie. El problema radica no en que tengamos que trabajar para ganarnos la
vida, sino en que siempre hay y habrá aprovechados que quieran vivir por encima
de los demás a costa, precisamente, de esos demás.
Quizá, después de todo, el sistema democrático de
libre comercio sea el mejor, siempre y cuando posea unos controles que eviten
la sobreexplotación de la clase trabajadora por parte de las grandes empresas y
que, sobre todo, eviten que los sistemas financieros se enseñoreen del
organigrama productivo, consiguiendo unos rendimientos ficticios que terminen
por empobrecer a la clase media y baja de la sociedad, a costa de unos pocos
listos y privilegiados.
Y ése es el verdadero problema del Neoliberalismo
Económico, que desea reducir al mínimo la intervención del Estado, para provecho
de unos pocos, entre los que se cuentan los mismos dirigentes de ese Estado.
¿Por qué se está produciendo ahora este paulatino
empobrecimiento de gran parte de la sociedad occidental para beneficio de unos
pocos y que muchos países no consigan salir de la pobreza más absoluta? Es
gracioso pero haya que reconocer que todo esto está ocurriendo veinte años
después de la caída del Comunismo (URSS y satélites), porque a los grandes
magnates y gobernantes capitalistas ya no les interesa tener a la gran masa de
población de su parte, puesto que la desaparición de su principal enemigo les
deja las manos libres para hacer y deshacer a su antojo, y lo que más se les
antoja ahora mismo es despojar de todo, incluso de dignidad, a la base que
forma la población de los países occidentales, sin percatarse que ése podría
ser el detonante de una vuelta a las tesis marxistas.
Pero claro, que sean ricos y privilegiados no quita
para que en el fondo sean imbéciles, puesto que la prepotencia lleva al
descuido y el descuido lleva o a la cárcel o la revolución, al igual que la ira
lleva al odio y el odio al lado oscuro…
El Condotiero
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